Francisco Pájaro Anaya
El día de hoy los mexicanos celebramos dos acontecimientos sumamente importantes para la historia nacional, el cinco de febrero de cada año recordamos en martirio de San Felipe de Jesús, el primer santo mexicano y que desde el año de 1627 los hijos de esta tierra han recordado como el primer fruto de México a la religión católica.
Y en otro contexto el día de hoy se recuerdan las promulgaciones de las constituciones de 1857 y de 1917, esta última promulgada en la ciudad de Santiago de Querétaro, en el marco del Congreso Constituyente que se había reunido en la actual capital del estado y que del año 1916 a 1917 fue nombrada capital de la república con motivo de este gran acontecimiento en donde se nos dio a los mexicanos un documento en donde se ven plasmados los ideales revolucionarios y los aspectos más importantes para el cuidado y defensa de nuestras garantías.
Ambos acontecimientos se enmarcan en un mismo día ya que desafortunadamente los liberales del siglo XIX colocaron la celebración de la Constitución de 1957 en esta fecha queriendo opacar la memoria del primer santo mexicano, sin embargo, esto no sucedió y en la actualidad y con un país en libertad y de conformidad con lo que establece la misma carta magna, estamos en la posibilidad de poder recordar ambos acontecimientos en el marco del respeto mutuo y de una sana convivencia social.
La figura de San Felipe de Jesús se enmarca en la época virreinal en donde aquel muchacho hijo de un platero, disfrutando de los placeres de la vida y de la edad, deja todo lo mundano y se integra a la orden de los franciscanos estando en Manila. De regreso a su Patria naufraga y llega al Japón en donde existía una fuerte persecución religiosa; él pudiendo salir de ese país por su calidad de extranjero y náufrago, decide acompañar a otros religiosos a predicar el evangelio lo que hace que sea condenado a muerte junto con más católicos, siendo crucificado en Nagasaki un 5 de febrero de 1597 a la edad de 24 años, siendo el primer católico mexicano en ser canonizado.
Hablar también de la Constitución es hablar de los ideales del pueblo mexicano que se manifiestan en la carta magna, en donde los constituyentes de 1857 y de 1917 plasmaron los principios que dan vida a la sociedad mexicana y al desarrollo de este gran país.
Nuestra Constitución es la base del desarrollo y estabilidad de los mexicanos, es el logro de la protección de derechos, pero también es el mecanismo de obligar a las autoridades a cumplir sus funciones y de respetar al pueblo que los eligió.
Hoy México está de fiesta y recordamos con gran alegría estos dos grandes acontecimientos que hacen de nuestra historia patria algo grande y digno de recordar permanentemente.
MT