El Gobierno tampoco está haciendo nada para luchar de manera frontal contra el crimen organizado
Roberto Mendoza
En la discusión sobre el alza de precios en nuestra sociedad subsiste una especie de disculpa; se argumenta que la inflación es un fenómeno mundial y que México, por esa razón, no se podría haber librado de ella. Esto es una verdad a medias; es igual al imprevisto causado en el planeta por la COVID-19, pero cada país lo enfrentó de manera diferente.
La inflación sucede porque el mundo entero se enfermó. Hay, hasta el momento, casi 6 millones de personas muertas por el virus y un aumento del 18 por ciento de muertes debidas a múltiples causas, solo en 2020 hubo más de un billón y medio extra de personas muertas. Esto obviamente impactó a la economía, porque la gran mayoría de las personas que fallecieron eran productivas.
Además, las personas que afortunadamente no se enfermaron, no fueron a trabajar de manera regular. Por eso es que la producción se dañó en todos los rubros. Por si esto no fuera suficiente, continúa otro fenómeno que está afectando a la naturaleza y a nosotros: el cambio climático; afecta a las cosechas, a la manera en la que producimos alimento y también a la manera en la que consumimos energía porque, aunque este invierno no ha sido especialmente crudo, sí se han dado heladas y sequías que afectan a toda la producción, sobre todo la alimenticia.
Aunado a eso, hay otro elemento que presiona a todas las naciones: el crimen organizado. Hay de todo, desde piratas en África hasta ciberdelincuentes que, sin usar la fuerza, sustraen dinero de manera virtual, dañando a muchos en su vida personal; casi todos los países hacen un gran esfuerzo por derrotar con inteligencia, recursos y mucha fuerza esta maldad.
Estos eventos suceden en tiempo real, aunque no se conocían sus efectos. Muchos gobiernos entendieron que forzosamente impactarían a la economía y dieron apoyos a todos sus habitantes, pero en nuestro país no sucedió así, porque el presidente tiene un rencor muy pronunciado a cierta parte de la sociedad, aun y cuando una gran parte de esa sociedad estigmatizada votó por él.
En materia de cambio climático y ayuda a los campesinos, este Gobierno no está haciendo casi nada. De hecho, a esta Administración le gustan los combustibles fósiles, que son la principal causa de este fenómeno. Está construyendo una refinería en el peor lugar y compró otra a una empresa que tiene la meta de producir energía limpia en el futuro y se está deshaciendo de sus plantas de energía sucia. Aparte, este Gobierno produce electricidad con carbón y su programa insignia ‘Sembrando vida’ provoca deforestación y no es eficiente ni efectivo.
El Gobierno tampoco está haciendo nada para luchar de manera frontal contra el crimen organizado. De hecho, su estrategia es la tristemente famosa “abrazos no balazos”, que afecta a muchas personas en el país, que provoca desempleo, migración, desamparo y aumento de precios; un ejemplo es el limón, controlado por el crimen que alcanza hasta 100 pesos por kilo, y otro ejemplo es el precio del aguacate.
Por el momento, todos estamos soportando esta inflación, sabemos que hay gasolinazos, que todo está muy caro, y seguimos aguantando. La razón, que conoce muy bien el presidente: somos un pueblo bueno, pacífico, sentimental y solidario, también imaginativo y resiliente para ver oportunidades y luz, aun en la tragedia para salir adelante. ¿Cuánto más aguantaremos? ¿Cuál será el punto donde ya no aceptemos las malas decisiones de este Gobierno? La respuesta está en cada uno de nosotros.