Si seguimos promoviendo un esquema insostenible como hasta ahora, sin planeación estratégica y sin visión de compacidad, tendremos que hacernos a la idea de nuevos impuestos
Leticia Aguilar González
Recientemente se anunció un nuevo impuesto para el Estado de Querétaro, el reemplacamiento vehicular. La medida generó y sigue generando oposición hacia la obligatoriedad de tener un gasto extra que no estaba contemplado, pero también porque no está claro en qué se utilizará ese dinero, pues sin duda éste debería aplicarse en rubros relacionados a mejorar la movilidad.
Sin embargo, sin afán de estar a favor o en contra del impuesto, resulta una muy buena oportunidad para retomar un aspecto que es claro: mientras Querétaro siga expendiéndose como hasta ahora, no debería sorprendernos que se necesiten cada vez más recursos para sostener la ciudad. El problema recae, de manera simple, en que la dotación de servicios, mantenimiento, infraestructura, equipamiento y seguridad corren a cargo de las administraciones públicas estatal y municipales, y que éstas usan la recaudación para proveer todo ello. Por lo tanto, entre más extensa y poco densa sea la ciudad, más costos habrán y más impuestos se necesitarán crear.
Lo anterior tendría que ser suficiente para que los tomadores de decisiones implementen acciones en pro de frenar el crecimiento urbano expansivo y desmedido, y así, reducir costos. De lo contrario, si seguimos promoviendo un esquema insostenible como hasta ahora, sin planeación estratégica y sin visión de compacidad, tendremos que hacernos a la idea de que la creación de nuevos impuestos será un daño colateral que nos obligará a desembolsar, cada cierto tiempo, más dinero.
MT