México, en su bizarra realidad –no solo la de estos últimos años, con la que Alfred Hitchcock se moriría de nuevo de la envidia–, se ha caracterizado por permitir este margen que difícilmente se ve en algún otro lugar del mundo
Los Blanchet
Es la pregunta que mi abuela hubiera hecho si aún viviera. Explico: la progenitora de mi madre fue una mujer fervientemente católica y firme creyente de que todo lo bueno era enviado por Dios, y todo lo malo, también. Al mismo tiempo aseguraba que el mal era provocado por el inmoral comportamiento humano, mismo que merecía un castigo ejemplar. Ella también imaginaba que Dios era como un padre mexicano que no solo aplicaba el castigo al pecador, sino que agarraba parejo. Esto me da la seguridad de que si a mi abuela le hubiera tocado vivir la aparición del coronavirus, provocado por un chino que se desayunó una sopa de murciélago…
¿O qué? ¿No fue así?… Bueno, juro que mi ancestro nonagenario, de corazón puro e inocente, habría comprado esa historia y definitivamente hubiera vivido pegada al rosario, rezando todas las jaculatorias del repertorio, culpando día y noche a los hijos de Buda de tan infernal castigo (por parte de Dios, claro) y con sus ojitos verdes viendo al cielo, y con voz entrecortada, habría implorado: Señor, ¿qué estamos pagando?
Hoy, en enero del 2022 no critico a mi venerable abuela. Por el contrario, me sumo a su plegaria, e hincada con los brazos extendidos cuestiono al Creador: ¿Por qué la humanidad no entiende? ¿Por qué no somos conscientes de que nos está cargando Pifas? (Pifas, ten piedad de nosotros).
Vuelvo a explicar: desde el año 2020 aparece un virus mortal llamado coronavirus, que apanicó y paralizó al mundo en todos los sentidos (hasta en el sentido común). Este bicho ha venido mutando imparablemente, pero, desafortunadamente, a los habitantes de este planeta no nos importó lo que vendría al dejar de seguir las reglas sanitarias que nos han venido repitiendo hasta el cansancio por más de dos años. Se entiende que en el hartazgo del encierro, aunado a la rienda que nos soltaron más la confianza de sentirnos vacunados (muchos hasta se aplicaron dosis de más, creyendo que conseguirían la inmortalidad), provocaron que nos lanzáramos a la calle en desbandada, a reuniones masivas, a viajar hasta abarrotar terminales de autobuses y aeropuertos, como si la COVID-19 se hubiera ido a festejar con el delta y el ómicron y nos hubieran dado tregua navideña.
DE ÚLTIMA HORA
Las últimas semanas de diciembre, y lo que va de enero, se han caracterizado por presentar un elevado pico de contagios. Por consecuencia, la gente, desesperada, abarrota farmacias, laboratorios, hospitales y hasta volvieron a sacar los ‘detentes’ promovidos en las mañaneras. Estamos atestiguando su renovada capacidad de contagio en su versión ómicron. El presidente de la República ha contraído el virus por segunda vez y, en Querétaro, numerosos funcionarios de alto nivel han resultado positivos, afortunadamente sin consecuencias en su recuperación. Se confirma que esta variante es más contagiosa que las anteriores, pero no más letal, lo que no representa precisamente un consuelo, ya que al infectar a un mayor número de personas, la probabilidad de complicaciones se mantiene en pacientes con condiciones de salud desfavorables como la diabetes, la hipertensión y la obesidad, así como en los no vacunados.
Aún existe desconfianza y renuencia hacia la vacunación en un porcentaje de la población, debido al entendible, pero razonable margen de efectos secundarios de su aplicación y de que es de sobra conocido que no evita la infección, sino que permite enfrentarla en mejores condiciones. Pero olvidamos que, desde que comenzó la pandemia, ya estamos ‘todos’ en la misma olla, vacunados o no. La cuestión es cómo decide cada quien enfrentarla. Como decía el viejo chiste: ¿prefieres ñoño o mololongo? o, como se dice ahora: ¿vas ir o no vas ir?
En virtud de la alta dispersión del ómicron y del creciente número de personas vacunadas, el infectólogo leonés Alejandro Macías contempla la posibilidad de que este año el virus remita hacia la fase no epidémica, para quedar incluido en el catálogo de infecciones endémicas aunque, señala, esto no ocurrirá de manera uniforme en el mundo ni en el país.
Seguiremos en la lucha.
UNO MENOS
Pues ahora resulta que la banca comercial ya no es tan buen negocio, que el escandaloso diferencial entre tasas de interés al consumo –tarjetas de crédito, por ejemplo– de entre 50 y 60 por ciento para clientes cumplidos (no quiero saber a cuánto asciende para los morosos), contra lo que paga al ahorro –que no llega ni al 5 por ciento para los pagarés, siendo cercana al 0 por ciento para los modestos ahorros de los de a pie–, dejó de ser suficiente para generarle utilidades satisfactorias al consorcio internacional Citigroup.
México, en su bizarra realidad –no solo la de estos últimos años, con la que Alfred Hitchcock se moriría de nuevo de la envidia–, se ha caracterizado por permitir este margen que difícilmente se ve en algún otro lugar del mundo. En una de esas convenciones bancarias celebradas en Acapulco, Vicente Fox ‘regañó’ a los banqueros y les pidió considerar la reducción del infame diferencial, a lo que le respondieron que no era posible, en virtud de un cutre argumento sobre el costo de captación del dinero. Desenlace: todo sigue igual.
Por ello, sorprende la noticia de que Citigroup dejará de operar la banca de consumo y de empresas pequeñas y medianas, es decir, se deshace de Banamex con todo y su afore, activos y pasivos, para quedarse solo con las operaciones grandes, por montos que ni usted ni yo veremos en varias vidas. Es una decisión puramente de negocios y no tiene que ver con el entorno político económico actual, responden los voceros y los analistas, y ya se manejan algunos posibles aspirantes a quedarse con el ‘deshecho’ bancario. Ya saldrán las verdaderas motivaciones de la venta y si la adquisición ya viene planchada en favor de alguien. Eso sí que no nos sorprendería.
Le esperamos hoy a las 21:00 horas en la KJeta por el Canal 10 de RTQ en señal abierta y de cable, y por ‘streaming’ en rtq.mx. También le recordamos que tenemos una cita aquí el próximo jueves…para echarnos otro caldito.
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