Para marzo y abril viviremos la primera batalla
Roberto Mendoza
Nos quedan 354 días de este año. En este mes veremos cómo van a surgir los candidatos que al final de estos días gobernarán seis estados. Será el primer ‘round’ interno de los partidos que se irá agudizando con el tiempo, hasta llegar a octubre de 2023.
En unos días iniciará la primera etapa de la reforma eléctrica, con los foros de discusión en el Congreso. Veremos posiciones encontradas de los principales afectados; en realidad, los verdaderos damnificados, en el futuro, seremos nosotros.
Para marzo y abril viviremos la primera batalla, revocación o ratificación de mandato, ya sea que la organice el INE o el propio Gobierno. Será el evento que más nos dividirá. ¿Para qué quiere el presidente reafirmar lo que ya sabe? No va a dejar el mandato y nadie quiere quitarlo. La consulta no es vinculante porque a millones no nos importa el resultado; no iremos a votar. Dinero tirado a la basura.
Terminando esa puesta en escena vendrán las campañas y las elecciones; terminan el primer día de junio. El PRI perderá dos estados, el PRD perderá uno, el PAN dos y probablemente gane uno. Morena, con candidatos que hace unos meses eran de otro partido, con apoyo federal vía programas sociales, maquinaria electoral pagada con nuestros impuestos y reparto de millones en efectivo, ganará cinco.
Con sentido electoral, el Gobierno inaugurará – es un decir, porque aún es una obra negra– el 21 de marzo el aeropuerto Felipe Ángeles, hecho de prisa y con mal gusto. De una u otra manera estaremos condenados a usarlo, principalmente porque será mucho más barato volar saliendo de ahí y muchos vuelos, ya verá, solo saldrán de ese aeropuerto. Prepárese para el tráfico, los retrasos y vuelos perdidos, la pérdida de equipaje, las confusiones en las puertas de salida y el largo tiempo de llegada a su destino en la ciudad. Caos garantizado, en los primeros años.
Un mes después de las elecciones, si todo sale bien, el 2 de julio se tratará de inaugurar la refinería de Dos Bocas, una obra que es susceptible a tener problemas por el clima, su diseño y la productividad. Será un pretexto para decir que bajará el precio de la gasolina. La pregunta puntual será: ¿cuándo y cuánto? Le adelanto que en este año no veremos una baja sustantiva de estos precios y quién sabe si alguna vez sucederá. Por lo tanto, seguirán los gasolinazos; aunque se nieguen, usted y yo los sufrimos.
En septiembre seguramente se aprobarán las tres reformas constitucionales que el presidente quiere: la eléctrica, que, le adelanto, no va a provocar que bajen los precios de la electricidad; la electoral, donde el Gobierno tratará de tomar las riendas de los sufragios y destruir el INE, y la reforma que hará constitucional la militarización de la Guardia Civil para convertirla en una policía militar.
El presidente cree que será el gran ganador, que va a consolidar su voluntad y capricho. Tendrá ocasión de volver a decirnos: ¡Tengan para que aprendan! Presumirá que es el presidente con más popularidad en el mundo. Soberbia y autoritarismo. Presumirá que sus decisiones tienen máxima legitimidad, pero es mentira. No somos pocos y, si contamos, cada día somos más los que pensamos que tiene que haber un cambio; es nuestra responsabilidad y obligación, ejercer la libertad de decir lo que está mal, proponer y trabajar en alternativas. Aunque parezca una lucha perdida, nuestra voluntad y nuestros actos son los que construirán un México mejor. No necesitamos a los partidos; necesitamos organizarnos. La peor lucha es la que se da por perdida. ¡Ánimo! 2022 es nuestro.