Javier Esquivel
Empezar el año con metodologías nuevas y estrategias mejoradas en materia de comunicación de gobierno, legislativa y electoral siempre sería lo deseable para enfrentar las nuevas oportunidades. Sin embargo, habrá quienes dejen de lado los enfoques y fórmulas certeras para solo dedicarse a resetear lo antes hecho.
Comenzar el 2022 con las mismas narrativas de confrontación por parte de los partidos políticos de oposición es emular a la mascota correteando arrebatadamente su propia cola.
Repetir y reiniciar 2022 con el mismo modelo de comunicación difícilmente dará resultados diferentes. Para los siguientes escenarios implica construir y aplicar estrategias innovadoras:
1) Las seis gubernaturas están presentes en el calendario.
Morena nuevamente les ha ganado en dar el primer paso comunicacional. Ya tiene precandidatas y precandidatos y una amplia ventaja de intención de voto. La alianza opositora cierra el 2021 con el mismo discurso y las mismas propuestas y la indefinición de sus aspirantes.
¿En el 2022 serán los mismos rostros de priistas y panistas lanzando las mismas acusaciones estrellándose con la misma realidad que solo ellos no quieren ver? ¿O tendrán la visión de generar el consenso necesario para ser competitivos? Hoy apunta a que no habrá nada nuevo en materia de estrategias electorales.
2) Las y los nuevos gobernadores habrán cumplido sus primeros 100 días de gobierno. Los indicadores de buen gobierno y el seguimiento al cumplimiento a las propuestas hechas en campaña nos muestran que no tendrán mucho avance que comunicar, pero sí una vasta retórica que propagandear.
Las y los nuevos mandatarios deberán ser protagonistas de su propia historia y construir relatos regionales que den respuesta a las necesidades de su gente más que comunicar en bloque o con la influencia desde el centro del país.
El escudo protector que da la marca de un partido a la aprobación de Gobierno tenderá a debilitarse conforme el año avance, por lo que el comunicar bien su gestión será una necesidad más que un requisito como hasta ahora es visto.
3) Las legislaturas locales y la federal terminaron su primer periodo de sesiones con resultados magros que comunicar. La agenda gubernamental del morenismo fue la que se apropió de la agenda pública y mediática.
Las y los diputados federales que fueron en alianza o surgidos del panismo hoy no tienen mucho que festejar. Terminaron su primer periodo legislativo en el que hicieron una férrea defensa y lucharon sin cesar, pero hoy tienen poco o nada que informar.
Si buscan la reelección legislativa o posicionarse como piezas importantes en el sistema político y trascender en sus entidades, tendrán mucho que mejorar. La viralización de su imagen en el pleno del Congreso o en las comisiones de trabajo en redes sociales ya no les será suficiente.
4) Las y los candidatos del oficialismo a la Presidencia continuarán con su estrategia de posicionamiento con base en el desempeño de sus funciones.
Podrían dar continuidad a la escenificación de la comunicación de Gobierno y la hiperpersonalización de la función pública. No obstante, ello no significa que podrán convencer y sumar para su causa a los millones de mexicanos que viven en un ambiente polarizado y no simpatizan con el oficialismo o la oposición.
Habrá quien desde el Legislativo siga insistiendo en aparecer diariamente en todos los medios convencionales y digitales para ganar conocimiento popular, como si esa técnica fuera la adecuada también para obtener aceptación e intención de voto.
Repetir tres años la misma fórmula a pesar de que las encuestas siguen sin mejorar –al igual que la relación con la persona que podría tener la decisión final– es una necedad.
Hablar de todos los temas en todos los medios y todos los días no es la mejor opción, aunque quizá si la única que desde su equipo de comunicación puedan ver.
5) Por su parte, las mañaneras seguirán con la misma fuerza e intensidad. Vendrán temas como el nuevo aeropuerto y la revocación de mandato, que también ganarán el debate en redes sociales. El discurso y narrativa gubernamental que hoy sí funciona difícil cambiará. El relato se fortalecerá.
El hablar y comunicar con precisión para las bases, al voto duro y al voto útil, siempre es una ventaja cuando se dominan los canales de comunicación masiva.
Hoy más que nunca, en un cuarto año de gobierno con una lluvia de temas álgidos que se asoman en el horizonte en materia político electoral y de urgente atención social, revalorar la estrategia es actuar en consecuencia.
Retornar a lo que no funcionó en los tres años anteriores es querer lanzar el búmeran sabiendo que se volverá a estrellar en lo poco que se construyó, pero ahora con mayor fuerza.
Nuevas estrategias o resetear la misma vieja e inoperante estrategia es cuestión de visión a mediano plazo o de alentar la ciega necedad.
Apunte del consultor
Rompamos el aforismo que sentencia que cada año todas y todos nosotros volvemos a nuestro eterno reinventar. Es la hora de mejorar lo alcanzado y de hacernos responsables por cambiar nuestro entorno, nuestros pensamientos y metas.
Es la hora de un mejor 2022. Comencemos con nosotros mismos.
Feliz Año Nuevo.
