Javier Esquivel
En esta temporada en la que el humor social se distiende por las reuniones familiares, de amigos y compañeros de trabajo, por las vísperas navideñas y el sueño de alcanzar una mejor calidad de vida es el mejor momento para conseguir un reposicionamiento público a través del discurso de fin de año.
También es el tiempo en el que la comunicación tiene mejor aceptación de la gente y es propicio para recuperar y sumar valor ante sus propias audiencias. Es una buena época para persuadir con la verdad, preponderar la realidad, dibujar esperanza y visualizar el futuro.
Toda comunicación oral, escrita o no verbal de los grupos políticos debiera tener esa intención de capitalizar los ánimos decembrinos y no dejar pasar la oportunidad de conseguir un efecto positivo a su favor y en beneficio de los receptores del mensaje.
Las últimas dos semanas de diciembre y los primeros días del año es la coyuntura adecuada para inspirar a una comunidad, unir a un país en torno a un problema social. Es el momento oportuno para convocar a la población a hacer frente a circunstancias difíciles.
Un uso adecuado del discurso, narrativas y relatos puede hacer que el mensaje se transforme de confrontación a consensos, de disensos a unidad.
Sin embargo, solo las y los más inteligentes transitarán del discurso político al discurso público, es decir, dejarán de hablar por un momento de la agenda de sus gobiernos y harán pausa a las propias intenciones políticas electorales para convertirse, por lo menos en un momento, en ese líder que sume y aliente a sus seguidores.
Las y los más sagaces transitarán del pensamiento único personal a la articulación de palabras y poner en práctica acciones a favor del ciudadano. Las y los más intuitivos colocarán al ciudadano como el eje central de toda su comunicación.
La construcción y difusión del discurso público en estas coyunturas significará generar el marco interpretativo que dé estructura y significado a una realidad, además de transformar la información fragmentada por la política a la puesta en marcha del llamado de unidad colectivo que encuentra, expone y ofrece soluciones.
El discurso público estratégico no solo tendrá la capacidad de reflejar la realidad, sino también motivar a sus receptores a transformarla desde el primer minuto del año por comenzar.
Sin embargo, siempre habrá quien prefiera la comunicación fácil, el mensaje artificial, las palabras mecanizadas de año tras año, las imágenes y mensajes de políticos para políticos a pesar del déficit de aceptación y confianza que atraviesan.
Seguramente veremos en escena una lluvia de mensajes de los líderes de los partidos políticos, de las y los aspirantes a las seis gubernaturas que están en juego en 2022 y de las gobernadoras y gobernadores durante estas fechas.
Sin embargo, lo deseable será poder escucharlos con un mensaje y discurso social que inspire y convoque a la unidad y al trabajo en equipo de las mexicanas y mexicanos que representan o buscan representar.
Ojalá tengamos esa oportunidad de escuchar a líderes que motiven y no alejen ni dividan con una comunicación superficial y trivial en redes o medios convencionales. Se vale soñar; es época de esperanza.
Apunte del consultor.
Aprovecho estas líneas para desearles una muy Feliz Navidad en compañía de sus seres queridos. Reciban un abrazo.