Iván Torres
El guion de película realizado por Lucas o Spielberg está por concretarse. Cada escena pensada está plasmada en la pantalla para que intervengan el héroe, el antagonista, la lucha, el drama, la supervivencia, el llanto, la fuerza, la valentía, la ironía y, al final, el triunfo.
Así me imagino que será el próximo domingo en el viejo Estadio Jalisco cuando el Atlas pretenda ser campeón después de 70 años. Generaciones llegaron y se fueron sin ver a su equipo con un título en su vitrina. Después de su polémico arribo a la final, primero con un penalti marcado a favor, inexistente, ante Monterrey en los cuartos de final, y después de un penalti no marcado en su contra cuando a Juan Ignacio Dinenno (de Pumas) le rompieron la nariz dentro del área y el árbitro decidió que no existió falta ni tarjeta para el defensa rojinegro, ahora el equipo antiguamente llamado ‘las Margaritas’ tiene la necesidad de demostrar que no es casualidad su llegada a la final del futbol mexicano.
Se enfrentan el sublíder y el tercer lugar de la tabla general, Atlas y León, respectivamente. Misma cantidad de victorias, empates y derrotas; Julio César Furch (rojinegro) y Víctor Dávila (panza verde) igualaron en goleo al finalizar el torneo con seis tantos cada uno. Casi iguales en goles anotados y recibidos, es decir, los números pronostican un duelo parejo y lo que hace la diferencia al final son las individualidades que, para ello, me parece que los de León tienen más calidad que los tapatíos; sin embargo, alguien diría que ya le toca al Atlas. Espero que no se defina en las oficinas de la Liga MX y sí en el campo de batalla.
Son 180 minutos en los que se tiene la oportunidad de que los dueños del balón muestren respeto, honorabilidad, credibilidad y confianza. Que las franquicias se acrediten solas, sin ayudas. Que el guion del duelo entre León-Atlas nazca, se desarrolle, exprese sus momentos de gloria y drama, pero después del tiempo regular, que no sea una farsa o una comedia y que todo termine con un final feliz para todos.