Francisco Pájaro Anaya
La noche del día 11 de diciembre de cada año, las calles de San Juan del Río son iluminadas por pequeños farolitos que cientos de sanjuanenses portan entre sus manos y que con una gran devoción caminan hacia el Santuario de la Virgen de Guadalupe a postrarse delante la venerada imagen que ha sido proclamada reina de la ciudad, esta noble tradición los sanjuanenses la conocemos como la “Peregrinación de Farolitos”.
Esta tradición es tan arraigada en el pueblo sanjuanense que incluso se ha extendido a otros lugares, pero teniendo la referencia de lo que cada año sucede en nuestra ciudad, pero sobre todo con la devoción que se transmite de generación en generación hacia la virgen morena, la Virgen de Guadalupe.
Por la pandemia, este año no podrá celebrarse al igual que sucedió el año pasado, pero por 71 años se realizó de manera ininterrumpida, hasta que las actuales situaciones sanitarias obligaron a que no se realizara, pero en el corazón de los sanjuanenses queda el sentimiento de su realización.
Esta tradición surge el día 11 de diciembre de 1948, cuando a iniciativa del entonces vicario de la Parroquia de San Juan Bautista en esta ciudad, el padre Manuel Pérez Esquivel, se realizó en esa fecha un recorrido desde la antigua Hacienda de la Venta hasta la entonces parroquia de la ciudad, para dar comienzo a las celebraciones que se realizarían en el mes de enero de 1949 con motivo de la Coronación de la imagen de Nuestra Señora de Guadalupe que se venera en su santuario.
Para esa ocasión se presento a la feligresía la corona y el cetro que iban a ser utilizados en la ceremonia de coronación y se hizo también una colecta para sufragar los gastos correspondientes de la celebración. Sabedores que la ceremonia se iba a realizar en la Ex Hacienda de la Venta, los feligreses se reunieron y partieron en una peregrinación que paso por el Puente de la Historia, recorrió la antigua Calle Real, para entrar por la actual calle de Hidalgo hasta el referido santuario y postrarse delante de la venerada imagen guadalupana.
Al llegar a la entonces parroquia, se celebraron los maitines propios del 12 de diciembre. Esta peregrinación tuvo tal efecto en la feligresía que el año siguiente se repitió como recuerdo de la fecha en donde se presentó la corona de la Virgen. Como dato interesante los participantes portaban faroles y antorchas para iluminar el camino que transitaban y para acompañar las hermosas joyas. De la misma manera se siguió con esa tradición hasta que se convirtió en una expresión de fe el llevar un farolito, muchas veces elaborado por las propias manos de los participantes.
Esperemos que el próximo año podamos volver a realizar esta noble tradición sanjuanense y que nuestras familias puedan participar en esta expresión de fe guadalupana.
MT