Raúl Lorea
Según ONU-Hábitat, las ciudades no son un objeto; son un proceso que va cambiando con la sociedad. Esa dinámica natural nos obliga a actualizarlas” para adaptarlas a las necesidades de la sociedad de hoy que vive en una ciudad que fue concebida en el pasado por una sociedad distinta.
En muchas ciudades del mundo, se ha apostado por la ‘regeneración urbana’, que consta de una ‘actualización’ o ‘remodelación’ de un área, un fraccionamiento, una calle, un barrio o cualquier polígono de la ciudad para revertir un proceso de decadencia económica, demográfica y social a través de una intervención coordinada o ejercida por una fuerte acción pública.
Bajo este enfoque, ONU-Hábitat plantea que las regeneraciones urbanas contemplen la reubicación de empresas, actividades o residentes, ya sea de forma temporal o permanente, así como la modernización de infraestructuras urbanas y, en casos más drásticos, hasta los usos de suelo de los predios del polígono por intervenir.
Se trata de un proceso sumamente complejo que, en México, es visto desde la Administración pública como una obra o construcción que renueva la infraestructura urbana para cumplir nuevos estándares o rescatarlos tras algún deterioro.
Son proyectos que no cumplen en su totalidad lo que plantea ONU-Hábitat y muchas veces el concepto se emplea mal para referirse a la simple reconstrucción de banquetas, fachadas y pavimento de una vialidad, no así al replanteamiento físico y social que se requiere para lograr un cambio más profundo en beneficio de la sociedad.
¿Qué alcances deberá tener la regeneración urbana de la avenida 5 de Febrero?