Francisco Pájaro Anaya
En estos días los sanjuanenses recordaremos a todos nuestros seres queridos que ya han partido y que con un gran afecto cada año les dedicamos unos días para hacer memoria de su presencia con nosotros y tal como cuenta la tradición popular pareciera ser que nuevamente están con nosotros y que vienen a visitarnos precisamente en estos días.
La conmemoración de los Fieles Difuntos y la solemnidad de Todos los Santos en el calendario católico marcan las conmemoraciones que cada año tenemos y que como un factor principal nos reúnen en los cementerios cerca de los lugares donde se encuentran los restos de nuestros seres queridos.
Con la actual emergencia sanitaria, desafortunadamente hemos tenido muchas pérdidas y hemos derramados muchas lágrimas por todas las personas que se nos han adelantado en el camino de la vida. Desafortunadamente los cementerios han estado cerrados y muchos de nuestros difuntos no han podido ser acompañados como desearíamos o muchos han sido incinerados sin siquiera poder verlos en una última ocasión; sin embargo, este año probablemente vamos a tener un poco de espacio para poder visitar a nuestros seres queridos y aunque con las actuales limitaciones vamos a estar unos momentos presentes en los lugares donde año tras año pareciera que platicamos con nuestros seres queridos.
En la historia de San Juan del Río, han sido varios los cementerios que se han tenido, desde la época prehispánica se hacían diversos entierros con los ritos propios de los indígenas y ahora vemos por ejemplo como tenemos entierros cerca de la pirámide del Barrio de la Cruz.
Ya en plena conquista y en la época virreinal, el cementerio principal del pueblo fundado por los españoles estuvo en el centro mismo de la fundación, primeramente, alrededor de la primera iglesia dedicada a San Juan Bautista y en un segundo momento en lo que ahora conocemos como “Jardín de los Fundadores”.
Avanzado el siglo XIX, se dedican dos espacios muy importantes para cementerios al lado del Río San Juan, saliendo del centro de la ciudad el cementerio que había comentado. Estos cementerios recibieron el nombre de “La Soledad” y de “Santa María”. Posteriormente se crea el Cementerio de la Santa Veracruz, actual Museo de la Muerte.
Ya en el siglo XX se crea el cementerio número tres, llamado de San Juan Bautista y por primera ocasión se realiza un cementerio particular en la zona oriente de la ciudad, aunado a una serie de criptas que se construyeron en la actual Parroquia de San Juan Bautista. Por último y derivado de la emergencia sanitaria que estamos viviendo, el anterior ayuntamiento del municipio construyo otro cementerio a las orillas del Barrio de la Cruz para dar cabida a todos los difuntos de nuestra ciudad que desafortunadamente han incrementado por la pandemia que nos ha tocado vivir.
Vaya nuestro recuerdo a todos nuestros seres queridos que en estos días se les recuerda con gran cariño y estima. Sabemos que ellos viven permanentemente en nuestro recuerdo y en nuestro corazón.
MT