Daniel Lizárraga
El amplio debate en redes sociales por el video donde reapareció el expresidente Enrique Peña Nieto con su pareja sentimental Tania Ruiz saliendo del lujoso Hotel de la Ville, en Roma, Italia, donde se escuchan al menos dos distintas voces de mujer gritándole “el ratero ya se va”, “cada quien tiene lo que merece”, “va a ir a la cárcel”, representa una fotografía instantánea del México en nuestros días.
Hace tres meses fue la consulta ciudadana para enjuiciar a los expresidentes y, hasta el momento, no ha pasado absolutamente nada. La voz en cuello de la mujer advirtiendo a Peña Nieto que terminará sus días tras las rejas, en este momento, es más un deseo que una realidad. Una queja. Una rabia contenida.
¿En serio irá a la cárcel? ¿Cuántas investigaciones hay en su contra armadas por la Fiscalía General de la República? ¿Cuántas tiene la Unidad de Inteligencia Financiera? ¿Hay documentos o pruebas para llevar esos casos ante un juez y liberar órdenes de captura?
Más del 90 por ciento de las 6.5 millones de personas que votaron por el ‘Sí’ respecto al enjuiciamiento de expresidentes quizá tengan las mismas expectativas que las señoras del video. Ese ha sido el punto de quiebre: el sistema mexicano no está en condiciones de responder.
Aunque el presidente López Obrador haya dicho en la mañanera del lunes pasado que no quiere entrometerse en ese tema (el video de Peña Nieto), la esperanza de sus millones de seguidores para ver a los exmandatarios en el banquillo de los acusados está viva. Su silencio no aminora las expectativas.
Pero la información por parte de las autoridades escasea. No hay dónde apoyarse para saber cuál será el siguiente paso. El debate en redes sociales sobre el costo del hotel cinco estrellas en Roma sirve de poco. Los miles o cientos de tuits o reproducciones del video no pueden canjearse en los tribunales por una orden de captura. La indignación ciudadana debe mirar ahora a las instancias encargadas de procurar justica; ¿cuánto tiempo más?
Si los posibles delitos están prescritos, el costo de hacerlo público irá creciendo con el paso de los meses y, de cualquier manera, pegaría al interior de Morena y alimentará las ansias de los detractores del presidente.