Abel Mejía
Competitividad del país y lucha al cambio climático. Grávese bien estos dos conceptos, porque con la reforma energética que se está proponiendo, México irá como los cangrejos en estos dos rubros: hacia atrás de manera acelerada (¿tal vez irreversible?) y en contra de las tendencias y esfuerzos mundiales. Ahora sí que pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de ideologías trasnochadas.
En términos generales, la reforma energética que se ha planteado bajo la actual Administración pretende cambiar radicalmente el esquema legal que hoy se tiene para la generación y aprovechamiento de la energía eléctrica. ¿Cómo se logra este cambio? Fundamentalmente, a través de los siguientes cuatro puntos:
Uno. Actualmente, el Centro Nacional de Control de Energía tiene la obligación de primero inyectar a la red de energía nacional la energía más barata, misma que generalmente proviene de generación eólica y solar. Aquí la modificación consistiría en eliminar dicho criterio de despacho, para en adelante dar prioridad a la energía de las centrales generadoras de la CFE, que consisten en plantas hidroeléctricas y plantas de combustóleo y carbón; estas últimas tienen costos más altos y son mucho más contaminantes.
Dos. Hoy por hoy, la Comisión Federal de Electricidad tiene que comprar electricidad a través de subastas donde el criterio regulador es adquirir la energía más barata. Posreforma, ya no habrá dicha obligación y CFE podrá comprar a quien quiera incluyendo a quienes produzcan de manera cara y contaminante, si así mejor le parece y resultando en energía más cara para vender a consumidores.
Tres. El régimen actual prevé los denominados Certificados de Energía Limpia (CEL), que son títulos que se emiten a productores de energías limpias y fomentan el consumo de este tipo de energía, pues ciertos consumidores de energía tienen que adquirir un determinado número de estos certificados. Tras la reforma, los CEL perderán importancia puesto que en adelante se otorgarán a cualquier productor de energía, sin importar si sus instalaciones son nuevas o antiguas, y por ende ya no habrá incentivo para construir nuevas plantas más eficientes.
Cuatro. Se revocarán permisos que se otorgaron al amparo del régimen anterior a generadores de autoabastecimiento o cogeneración, eliminando esta alternativa que tenían los particulares para abastecer el consumo propio con energías limpias.
Los efectos en el país de esta reforma kafkiana se dejarán sentir fuerte y pronto. Primero, el país perderá competitividad por no poder contar con certeza en el suministro de energía para la inversión extranjera, o solo poder suministrarla a precios mucho más altos que los que rigen en otros países, y porque se estará mandando un mensaje de que aquí las reglas pueden cambiar de un día a otro dejando en vela a quienes hayan apostado en el país con inversiones millonarias que solo generan rendimientos después de muchos años. Segundo, nuestro medioambiente sufrirá de manera muy importante, ya que, al contrario de los esfuerzos que se están haciendo a nivel global para combatir el cambio climático, aquí meteremos el acelerador a la reversa para volver al uso intenso de combustibles fósiles, que son los que más generan emisión de gases que potencializan el efecto invernadero, la lluvia ácida y la contaminación del aire, suelo y agua.
Con esta reforma iremos bien, requeté bien, dijo NUNCA NADIE. Esperemos que quepa prudencia en nuestras autoridades, o valentía en la oposición política, para que no demos vuelta en U en esta materia. Hagámoslo ya no por nosotros, sino por nuestros hijos.
P´al gordito… Segunda recomendación para cuando anden en Las Vegas, Beauty & Essex en el Cosmo y ¡no se pierdan los callos de hacha en arroz jazmín!