La voz del vicario de Cristo
Retomamos hoy nuestra reflexión sobre la Carta a los Gálatas. En ella, san Pablo ha escrito palabras inmortales sobre la libertad cristiana. ¿Qué es la libertad cristiana? Hoy nos detenemos sobre este tema: la libertad cristiana.
La libertad es un tesoro que se aprecia realmente solo cuando se pierde. Para muchos de nosotros, acostumbrados a vivir en la libertad, a menudo aparece más como un derecho adquirido que como un don y una herencia para custodiar. ¡Cuántos malentendidos en torno al tema de la libertad, y cuántas visiones diferentes se han enfrentado a lo largo de los siglos!
En el caso de los gálatas, el apóstol no podía soportar que esos cristianos, después de haber conocido y acogido la verdad de Cristo, se dejaran atraer por propuestas engañosas, pasando de la libertad a la esclavitud: de la presencia liberadora de Jesús a la esclavitud del pecado, del legalismo, etc. También hoy el legalismo es un problema nuestro, de muchos cristianos que se refugian en el legalismo, en la casuística. Pablo invita a los cristianos a permanecer firmes en la libertad que han recibido con el bautismo, sin dejarse poner de nuevo bajo «el yugo de la esclavitud» (Gal 5,1). Él es justamente celoso con la libertad. Es consciente de que algunos «falsos hermanos» —les llama así— se han infiltrado en la comunidad para «espirar —así escribe— la libertad que tenemos en Cristo Jesús, con el fin de reducirnos a esclavitud» (Gal 2,4), volver atrás, y Pablo esto no puede tolerarlo. Una predicación que impidiera la libertad en Cristo nunca sería evangélica: tal vez sería pelagiana o jansenista o algo así, pero no evangélica. Nunca se puede forzar en el nombre de Jesús, no se puede hacer a nadie esclavo en nombre de Jesús que nos hace libres. La libertad es un don que se nos ha dado en el bautismo.
Pero la enseñanza de San Pablo sobre la libertad es sobre todo positiva. El apóstol propone la enseñanza de Jesús, que encontramos también en el Evangelio de Juan: «Si os mantenéis en mi Palabra, seréis verdaderamente mis discípulos, y conoceréis la verdad y la verdad os hará libres» (8,31-32). La llamada, por tanto, es sobre todo a permanecer en Jesús, fuente de la verdad que nos hace libres. La libertad cristiana se funda sobre dos pilares fundamentales: primero, la gracia del Señor Jesús; segundo, la verdad que Cristo nos desvela y que es Él mismo.
En primer lugar, es don del Señor. La libertad que los gálatas han recibido —y nosotros como ellos con el bautismo— es fruto de la muerte y resurrección de Jesús.
El segundo pilar de la libertad es la verdad. También en este caso es necesario recordar que la verdad de la fe no es una teoría abstracta, sino la realidad de Cristo vivo, que toca directamente el sentido cotidiano y general de la vida personal.
MT