Mario Maraboto
Seguramente todos hemos escuchado continuamente en los últimos meses expresiones como: “Nos duele lo que ha ocurrido”, “Tuvimos que optar entre inconvenientes” “teníamos que tomar una decisión”, “No queremos ser imprudentes, no queremos actuar a la ligera”, “No somos iguales”.
Estas frases y varias más por el mismo estilo tienen dos cosas en común: son pronunciadas en primera persona del plural y su autor es la misma persona, el actual presidente de la República. Cada vez que escucho a alguien hablar en primera persona de plural me viene a la mente la frase “somos me suena a manada” y me dan ganas de preguntar ¿Tú y quiénes más? ¿Hablas por ti o por el consenso de varios?
Hablar en primera persona de plural es conocido como “Plural mayestático” o “Plural de majestad” porque, dicen los lingüistas, lo que busca la persona que así se expresa es mostrarse como alguien poderoso. La Real Academia Española lo define como el “plural arcaizante empleado en lugar del singular, para expresar la autoridad de reyes, papas, etc.” Por ejemplo, se dice que el rey Enrique II de Inglaterra se expresaba así para implicar que hablaba tanto en su nombre como en el de Dios.
El filólogo y lingüista peruano José Luis Rivarola de la Pontificia Universidad Católica del Perú plantea: “Yo existe porque habla, ‘nosotros’ no existe porque no habla. Pero entonces ¿Qué nombra ‘nosotros’?, ¿Qué clase de fantasma es éste que aparenta hablar?, ¿Quién habla cuando ‘nosotros’ aparenta que habla?, ¿Cuál es el parentesco entre ‘nosotros’ y ‘yo’?, ¿Qué forma de existencia es atribuible a ‘nosotros’?
El nosotros no existe cuando se habla a título personal y, por tanto, no hay parentesco alguno entre “nosotros” y “yo”. Una frase pronunciada en primera persona de plural implica que son varios –o muchos- quienes están de acuerdo con lo que se expresa y que de manera solidaria asumen la responsabilidad y/o las consecuencias de eso que se dice, aunque nunca se sabe quiénes o cuantos están incluidos en ese plural. Hablar en primera persona de plural es una artimaña para obtener cierta seguridad y protección: Si se cometen errores o no se alcanzan los logros propuestos, la culpa es de todos, no de uno solo, aunque los “otros” nunca fueron preguntados sobre su acuerdo en un tema.
Un estudio del doctor Johannes Zimmermann, profesor de Psicología de la Personalidad en la University of Kassel, Alemania, señala que el hombre se conoce por la cantidad de pronombres que emplea en primera persona de plural: “Hablar en primera persona de plural supone que lo que opinamos es compartido y, por tanto, no es exclusivamente nuestro. Esto inconscientemente nos proporciona cierta protección. Si nos equivocamos, no estamos fallando sólo nosotros sino toda la sociedad.”
Quizá es por eso que la mayoría de los líderes y políticos –igual que muchos artistas y deportistas- hablan en primera persona de plural; inconscientemente, al incluir a otros -que no son citados en el discurso- implícitamente comparten su responsabilidad especialmente ante los fracasos; se excusan en una masa anónima y aparentan un vínculo inexistente, todo lo cual les permite proteger su imagen de alguna manera.
¿Quiénes y cuántos son los otros que resultan involucrados? ¿Participan de manera consciente? ¿Los otros son internos, externos o familiares? Podría asumirse que al expresar “teníamos que tomar una decisión” fueron varias personas las que analizaron una situación, valoraron sus pros y contras y coincidieron en la decisión. Sin embargo, para quien escucha no queda claro cuántos compartieron y asumieron la responsabilidad por la decisión.
Cuando el Presidente tomó posesión de su encargo lo hizo en primera persona de singular: “Prometo guardar y hacer guardar…. Y si así no lo hiciere, que la nación me lo demande”. El Presidente es entonces el único responsable de lo que se haga o deje de hacer y las decisiones, aun cuando sean consultadas con asesores y miembros de su equipo de trabajo (es un decir), son personales y deberían expresarse en primera persona de singular para hacer patente su responsabilidad. Sin embargo, todas las mañanas habla en plural mayestático para mostrar su poder ante seres anónimos. Continuamente expresa que todo lo malo que sucede en su gestión gubernamental es responsabilidad de “nuestros adversarios” y así atribuye los males presentes y los pocos resultados a otros para no asumir la responsabilidad a título personal.
Estudiosos y especialistas dicen que el verdadero demócrata habla siempre en singular para establecer claramente que no lo hace a nombre de un colectivo anónimo sino a título personal, asumiendo la responsabilidad y consecuencia de sus expresiones y de sus actos. Por ejemplo, en julio del 2020 la Canciller alemana Angela Merkel expresó ante el Parlamento Europeo, en medio de la pandemia de Covid-19: “Cinco cuestiones son particularmente importantes para mí en este momento: nuestros derechos fundamentales, cohesión, protección climática, digitalización y la responsabilidad de Europa en el mundo.” Aunque se dirigía a una audiencia plenamente identificada, asumió su afirmación a título personal.
El psicólogo social de la Universidad de Texas, James W. Pennebaker, dice que “Una persona que miente tiende a usar el pronombre ‘nosotros’ sin mencionar ningún pronombre en primera persona de singular”. El actual presidente hace evidente la anterior aseveración, como cuando expresó que “Nuestro manejo de la pandemia en México ha sido muy profesional” pero ante los más de 600 mil muertos justificó: “Nuestros adversarios no toman en cuenta que nos heredaron un sistema de salud totalmente destruido…”
En México el plural mayestático lo expresamos de manera muy simple: tú y cuántos más…el “nosotros” me suena a manada.