RAÚL D. LOREA
@ArqLorea
La nueva generación de carreteras se construye bajo el cumplimiento de factores técnicos que contribuyen a un menor gasto de combustible, menor tiempo de traslado, mayor capacidad de frenado y un mantenimiento con mejor control.
Para las ciudades, el asunto de vialidades es diferente y se reduce a criterios de mantenimiento periódico, inspección visual o deterioro evidente. En fechas, el adoquín de cantera del Centro Histórico ha sufrido un fuerte desgaste, presentando deformidades que podrían provocar daños a los automóviles y por ende mayores costos de mantenimiento y traslados, así como mayor contaminación por su uso.
Para los peatones, ni se diga, es completamente inseguro e incómodo.
La cantera, generalmente, es una piedra suave que permite su tratamiento para darle casi cualquier forma, sin embargo, no todos los bancos de cantera ofrecen la dureza que soporte el paso y fricción de los vehículos por mucho tiempo, desde la última vez que laboré en la administración pública, la más recomendada era la cantera de La Cañada, por soportar mayor resistencia para usos viales.
La disponibilidad de la cantera se ha visto mermada por la sobreexplotación de los bancos de material y se trata de un recurso no renovable devorado insaciablemente por los automóviles.
Hoy por hoy, valdría mucho la pena poner sobre la mesa la opción de colocar concreto estampado, como se hace en muchas ciudades del mundo, la razón es sencilla: su mantenimiento se puede postergar de 10 a 20 años, según el diseño que proponga el estudio de ingeniería, y dar otra identidad estética al entorno de nuestro primer cuadro de Querétaro, que bien podría asemejarse al empedrado original de sus calles.