Fernando Islas
El Calderonato será recordado como uno de los sexenios más sangrientos en la historia de nuestro país. La llegada de FECAL a través de un fraude electoral hizo que la gobernabilidad de nuestro país fuera prácticamente nula en diferentes aspectos. Uno de ellos fue el tema de seguridad, sin duda el talón de Aquiles de la última Administración federal blanquiazul.
Consecuencia de la complicidad entre Calderón y el crimen organizado es el baño de sangre en el que, hasta la fecha, continúa hundido nuestro país. Erradicar esta situación ha sido motivo primordial para que el actual Gobierno de México haga trabajos a marcha forzada por sanar todos los aspectos relacionados con el combate a la delincuencia, a través de programas sociales y de reforzar a los órganos de seguridad a nivel nacional.
Parte de la complicidad del sexenio comprendido entre 2006 y 2012 fue el tráfico de armas provenientes de Estados Unidos. Se calcula que cada año entran 500 mil armas de fuego. Consecuencia de ello es que el 70 por ciento de los asesinatos cometidos en nuestro país es con este tipo de armamento. Este tipo de datos nos puede brindar una idea de la compleja labor que Andrés Manuel López Obrador tiene en tema de seguridad. Por ello es que se avanza desde diferentes frentes para pacificar la nación.
Hoy en día existen demandas a empresas como Smith & Wesson, Colt Manufacturing y Glock entre otras más, exigiéndoles una compensación por daños que puede ascender a 10 mil millones de dólares. El camino es largo, pero es claro: nunca más un baño de sangre como política de Estado.