Cuando comenzó el mandato del presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, en aras de combatir el huachicoleo de combustible se cerraron los principales ductos y se generó un desabasto de gasolina en todo el país. Esta situación ocurrió a principios de 2019.
Para 2021, en plena emergencia sanitaria por la COVID-19 y ante las tormentas invernales ocurridas en Estados Unidos, la falta de suministro de gas produjo un gran apagón intermitente en el norte y centro de México.
Posteriormente, el presidente lanzó una iniciativa para reformar la Ley Eléctrica que da preferencia en el sistema eléctrico nacional a la Comisión Federal de Electricidad (CFE) por encima de las centrales particulares.
En todas estas polémicas, ahora se une la situación que surgió a partir del anuncio de la creación de Gas Bienestar, con el objetivo de vender este combustible a bajo costo para las familias más vulnerables; posteriormente, se publicaron los precios máximos para venta de gas LP, lo que ha generado protestas de gaseros ante lo que señalan como una afectación en los ingresos de principales proveedores de este combustible.
Ante ello, la reflexión que queda sobre este asunto es que el tema energético a nivel nacional es todavía motivo de polémica, pues este es el principal sostén de la economía nacional y el motor de las industrias y hogares de este país.
Por ello, la falta de suministro de cualquier energético genera grandes estragos que la población, sin duda, resiente.
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