Al triunfo del actual presidente, la expectativa hacía pensar que las cosas serían positivamente diferentes en materia de sensibilidad con relación al sexenio anterior
Mario Maraboto
El Diccionario de la Real Academia de la Lengua define la sensibilidad como la “facultad de sentir, propia de los seres animados; la cualidad de sensible (ante los problemas)”. A esta cualidad se asocian la humanidad y la empatía.
La sensibilidad es el sentimiento que nos lleva a identificarnos con los problemas de nuestros iguales, lo que es diferente a la sensiblería, la cual, de acuerdo con el mismo diccionario, es un “sentimentalismo exagerado, superficial o fingido”, lo que llega a ocurrir con frecuencia en el terreno político.
En esa arena, la sensibilidad se relaciona con la adecuada expresión o acción frente a eventos que afectan negativamente a una comunidad, una sociedad o una nación. Ello implica empatizar con la gente y considerar el sentimiento por encima de la preocupación política.
Al triunfo del actual presidente, la expectativa hacía pensar que las cosas serían positivamente diferentes en materia de sensibilidad con relación al sexenio anterior. La realidad es que se percibe que el actual Gobierno es peor: no considera el contexto social; no hay claridad y consistencia entre los mensajes y la acción; muchos mensajes no son creíbles ni convincentes, y no hay reflexión ni autocrítica sobre lo que no está funcionando o lo que definitivamente está mal.
Jane Dudman, editora de Liderazgo Público en el diario británico The Guardian, expresa que los políticos “deben comportarse políticamente, en el más amplio sentido, mostrando sensibilidad hacia diferentes puntos de vista e incluso ante agendas ocultas.” Por su parte, Jean Hartley, profesora de Liderazgo Público de la Facultad de Negocios y Leyes de la Open University Business School, identifica cinco atributos para lograr buenos niveles de sensibilidad política: habilidad para entender motivos, intereses e influencia de otros; habilidad para manejar el conflicto y lograr que la gente se sienta valorada; reconocer las agendas abiertas y ocultas; construir alianzas reconociendo diferencias, pero buscando acciones de colaboración; y emprender planes a largo plazo y detectar problemas que puedan afectarlos.
Es indudable que este presidente ha fortalecido su habilidad personal y sabe manejar el conflicto; sabe leer a la gente y reconoce las agendas. El problema es que no respeta puntos de vista diferentes al suyo, no logra que la gente se sienta valorada, se niega a reconocer diferencias, carece de planes estructurados, difícilmente logra acciones de colaboración por convencimiento y no parece detectar los problemas que puedan afectar sus planes a largo plazo. En suma, no tiene sensibilidad hacia sus gobernados.
Muestras de su insensibilidad hay muchas. Algunas de ellas: su actitud ante una madre de familia que se hincó ante él para solicitar ayuda contrastante con el saludo a la madre de un delincuente; su tardía condolencia por los fallecidos en la caída del metro de la CDMX; la cancelación de los comedores comunitarios, los refugios para mujeres víctimas de violencia y las estancias infantiles; la inundación provocada sobre una zona pauperizada de Tabasco por su decisión de abrir la compuerta de una presa y su expresión sobre no mojarse solo para salir en la foto. Como esas, cientos más.
Luis Ignacio Parada (1936-2018), quien fuera pionero del periodismo económico en España, escribió sobre la sensibilidad política: “Hay dos maneras de formular objeciones a la política de cualquier Gobierno: las discrepancias en la unanimidad y la unanimidad en las discrepancias. Durante los cinco primeros años del Gobierno de José María Aznar, ocurrió lo primero: solo algunas voces discordantes sonaban, casi por obligación, en medio de la sensación general de éxito. Desde un año ocurre todo lo contrario: rara es la voz que apoya incondicionalmente, y también por obligación, lo que está haciendo, pues lo que es general es la casi total unanimidad en las discrepancias.”
Me parece que la falta de sensibilidad de este presidente nos está llevando a la casi total unanimidad en las discrepancias.