El mensaje que quiero transmitirle, estimada o estimado lector, es que deben de asesorarse y no permitir arbitrariedades
Sergio Arellano
El día de hoy quiero comentarles sobre esta espantosa frase: “ya no quiero denunciar”. Durante mi práctica profesional, he podido acompañar a mis clientes bajo la lógica de una afectación ´por la comisión de un acto ilícito. Me robaron, se metieron a mi casa, me golpearon, me estafó, abusó de mi confianza, entre otros supuestos. Más allá de lo equivocado en estas conductas, quiero centrarme en el momento en el que deciden hacerlo de conocimiento de la autoridad.
Ese instante en donde denuncian. Por lo general, cuando mis clientes exponen lo que les ha ocurrido y se sinceran ante los fiscales o con personas que los asisten, el trato es sumamente frío. Mientras que el declarante se transparenta por completo, enfrenta su miedo y alza la voz ante la ilegalidad, el personal de las fiscalías se limita a apuntar. Considerando que, en la toma de la declaración, se preguntan aspectos que nada tienen que ver con una investigación, tal y como el estado civil, la religión o tu percepción económica.
Contraviniendo las normas establecidas en materia de derechos humanos. Al concluir con estas interrogantes que sirven para la investigación, generalmente se dialoga sobre las opciones que existen para solucionar lo que les aqueja. En reiteradas ocasiones, mis clientes han salido muy decepcionados y con ganas de desistirse por la actitud de quienes los atendieron. Ven innecesario gastar en abogados y prefieren abstenerse de todo el proceso legal con tal de meterse en problemas. Lejos de incentivar la cultura de la denuncia, las instituciones de procuración de justicia, se han vuelto un obstáculo. Lo anterior, por la falta de sensibilización y el mal trato hacia las víctimas del delito.
Añadiendo que la capacitación sobre acuerdos internacionales en materia de derechos humanos para la esfera penal, ha quedado en el archivo. Parte de la responsabilidad de los abogados litigantes, radica en levantar los ánimos con estrategias y opciones factibles para resolver las controversias. Un buen defensor, labra el camino para que la norma jurídica se aplique sin restricciones o imposibilidades. El mensaje que quiero transmitirle, estimada o estimado lector, es que deben de asesorarse y no permitir arbitrariedades u opiniones que pongan en duda su legítimo derecho a denunciar. Sigamos generando conciencia jurídica.