El pasado 5 de julio cumplió 73 años el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña, que ha funcionado bajo la premisa de que la atención médica nace de la necesidad de ésta y no de la capacidad de pago de cada individuo
Mario Maraboto
El 3 de enero de 2019, durante la inauguración de las oficinas del IMSS en Michoacán, el actual presidente comentó públicamente sobre los medicamentos que cuestan mucho, fundamentalmente los relacionados a enfermos de cáncer, y expresó: “Tenemos que garantizar el derecho a la salud, a todos los medicamentos.”
Luego empezó a fantasear: Comentó que en un lapso de dos años (porque “hay que ir poco a poco”) tendríamos “un buen sistema de salud como el que tienen en Canadá, en Reino Unido, como el que tienen en Dinamarca, de lo mejor, ese es el compromiso.”
A dos años y medio de gobierno el sistema de salud decae: escasean los medicamentos y los pacientes tienen que buscarlos por su cuenta; la atención al enfermo sigue deficiente; los familiares esperan indignamente en la calle para saber de sus enfermos; los médicos están rebasados y la pandemia agudizó los problemas.
Seguramente el sistema de salud que recibió AMLO tenía problemas y había corrupción en la compra de medicamentos, pero no ha habido una estrategia al respecto. Si en efecto hay corrupción seguramente mucha información se mantienen en secreto y de los problemas en el sector sólo se sabe por declaraciones presidenciales, pero se desconoce lo que realmente se está haciendo al respecto. Sobre desabasto sólo se tiene referencia del Sistema INDICAS (coordinado por la Secretaría de Salud) que revela que en los últimos dos años sólo se surtía completa una de cada cuatro recetas.
Un ejemplo: En enero de este año quise comprar mi medicamento para la presión pero ninguna farmacia en diferentes estados de la República lo tenía. Encontré una caja (suficiente para un mes) en Mexicali, B.C. En el laboratorio que lo fabrica me informaron que había un problema de abasto de materia prima por cuestiones de aduana que afectó la producción. Con trabajos se encuentra el medicamento pero pienso en los riesgos a la salud al interrumpirse los tratamientos.
Después de dos años y medio del sueño guajiro de tener un sistema de salud de primer mundo, el gobierno no ha dado un paso firme en esa dirección. Fiel a su estilo va buscando parches de solución conforme se presentan las situaciones, pero no se percibe una planeación estratégica.
El pasado 5 de julio cumplió 73 años el Servicio Nacional de Salud de Gran Bretaña, que ha funcionado bajo la premisa de que la atención médica nace de la necesidad de ésta y no de la capacidad de pago de cada individuo. Su premisa ha sido gratuidad en el punto de entrega, de forma equitativa e igualitaria. Su presupuesto de salud representa el 10% del Producto Interno Bruto (PIB)
El sistema sanitario danés se fundamenta en el acceso gratuito e igualitario a la atención a la salud y cobertura universal financiada vía impuestos. Recientemente hizo pública su estrategia de salud apostando por la digitalización para garantizar una mejor atención, tratamiento y experiencia del paciente. Destina el 11% del PIB a la salud.
El de Canadá data de hace 50 años, es de bajos costos administrativos y de operación. En los años 90 fue reformado para disminuir presupuestos a hospitales, cerrar centros hospitalarios y limitar el cupo para estudiar medicina en las universidades. No obstante, destina el 10% del PIB al sistema de salud.
La palabra de AMLO de 2019 está lejos de cumplirse: El desabasto de medicamentos continua al igual que las promesas de que ya se está resolviendo; seguramente continua la corrupción que “ya se terminó”; el Covid-19 sigue repuntando en prácticamente todo el país y la vacunación se volvió herramienta política, y especialmente desde hace varios años México sólo destina a la salud un máximo de 3% del PIB.
Recién dijo el presidente: “No es necesario estarlo diciendo, sobran las palabras, y creo que se está gobernando con hechos”. Es hora de callar y de ocuparse de los hechos.