Impactante es la manera con la que podría descifrar por ahora al magno deporte automotor de la Fórmula 1; me ha cautivado vuelta a vuelta
Lisandro A. Meza de los Cobos/Coordinador de la Licenciatura en Dirección de Empresas. Universidad Anáhuac
Domingo 20 de junio del año 2021, 08:00 a. m., suena el despertador de mi teléfono celular. Somnoliento y amodorrado, empiezo a abrir lentamente mis ojos, estiro las piernas y los pies al mismo tiempo, mientras con un fuerte grito y bostezo hago notar a las mascotas del hogar que me he despertado.
Bajo a la cocina y decido prender la tetera con agua, abro las puertas de la alacena tratando de encontrar una bolsa de hierba mate Rosa Monte y el azúcar mascabado; me acerco a las repisas y alcanzo la matera y su bombilla; decido encender el televisor para disfrutar de una nueva experiencia televisiva que ha captado y cautivado mi interés dominguero y así regocijar mis mañanas clareadas entre adrenalina y nerviosismo.
Me reconozco nunca antes haber sido fan de tan rápido y excitante deporte, usualmente prefería conectarme a los programas futbolísticos de la Bundesliga o la Premier League, pues su calidad, talento y cúmulo de espectáculo deportivo son sobradamente más entretenidos que el del deporte local; sin embargo, un espíritu nacionalista me ha hecho cambiar la monotonía y la costumbre, por el asombro y admiración hacia un piloto nacional llamado Sergio ‘Checo’ Pérez, quien compite en la liga o torneo más importante de la fiesta automotriz, siendo estelar de la misma a pesar de ser el único latino entre un mundo de talentos europeos.
Impactante es la manera con la que podría descifrar por ahora al magno deporte automotor de la Fórmula 1; me ha cautivado vuelta a vuelta, autódromo por circuito, entre franjas, paradas y cambios de llantas. Nerviosismo puro es todo lo que puedo puntualizar al describir la emoción que me genera el escuchar la transmisión televisiva, las tomas de cámara, las estrategias coequiperas y los tensionados rebases de los conductores que, a más de 200 km/h y en curva, arriesgan la integridad y la vida misma a escasos metros de una barrera de contención e irrisorios centímetros de los neumáticos del rival.
Sin duda alguna, mis domingos tienen un mejor sabor y aroma que acompañan gratamente mis desayunos. Estupendas son las emociones que encumbran los nuevos saberes de la velocidad y uso de neumáticos blandos. Deseoso añoro ver una vez más a este vivaz y temerario connacional alcanzar la victoria para su familia y, por qué no, para el deleite de mi bella nación.