Lo que a él le acomoda es mantener el estancamiento social, dar dádivas, avivar la polarización y la división entre los mexicanos
Guadalupe Murguía
A tan solo cuatro días de que dijo sentirse feliz, feliz por los resultados electorales, el presidente López Obrador mostró su enojo y repudio en contra de un amplio sector de la sociedad que no favoreció con su voto el proyecto que él encabeza.
Molesto por la derrota que los electores de la Ciudad de México le propinaron a Morena en la mayoría de las alcaldías, Andrés Manuel López Obrador se va con todo contra las clases medias que, en 2018, le brindaron su apoyo, pero que ahora, ante la inseguridad, la impunidad y falta de apoyos durante la crisis económica por la pandemia, le expresaron su rechazo.
En una mañanera, calificó a la clase media de la capital –pero sin duda también de otras ciudades donde su movimiento perdió– de “conservadores”, “egoístas”, “aspiracionistas” en sus deseos de progresar e “hipócritas”; los acusa de querer triunfar en la vida y de remate los considera “clasistas” y “racistas”.
No es capaz de comprender que el voto en contra es por la mala gestión de su Gobierno, lleno de improvisaciones, caprichos y ocurrencias que le están costando muy caro al país en términos de inversión, desarrollo y de creación de oportunidades para todos.
Atribuye el mal resultado en la Ciudad de México a que hubo guerra sucia por parte de sus adversarios, al “amarillismo” de los medios de comunicación que informaron a la sociedad de la tragedia de la Línea 12 del metro y a la demanda de castigo a los responsables, entre los que se encuentran prominentes miembros de su partido.
AMLO estigmatiza a una clase media que está amenazada por un sistema de gobierno que, en lugar de fortalecerla y promover que más familias a través de la cultura del esfuerzo superen la línea de pobreza, la denosta y descalifica. No le interesa la movilidad social, no quiere que México sea un país de clase media, porque al tener más estudios son más demandantes de sus derechos y más difíciles de convencer.
Lo que a él le acomoda es mantener el estancamiento social, dar dádivas, avivar la polarización y la división entre los mexicanos; se queja del clasismo, pero es el primero en hacer distinciones entre estratos sociales para generar discordia. No ha dado resultados como gobernante, pero ya está en lo que sabe, hacer campaña rumbo a la revocación de mandato del próximo año.
Está claro: Andrés Manuel López Obrador no quiere una clase media; quiere una clase conformista y mediocre.