Nuestro país está dentro del 25 por ciento de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo
Hugo Lora
Una de las principales características de las dictaduras en el mundo es el atragantamiento de una doctrina que perpetúe en el poder a las personas que lo tienen, muchas veces poniéndolos a ellos como los salvadores de un grupo del ataque de otro, que a lo largo de la historia ha tenido muchos nombres: el capitalismo, los conservadores, los poderes fácticos o, como los conocemos ahora, los ‘fifís’. Este adoctrinamiento se da por medio de un bombardeo constante de información que polariza a la sociedad entre los ‘buenos’ y los ‘malos’, y busca poner a unos contra otros con barreras que resultan en enojo y resentimiento social. En México, estas barreras son las clases sociales, pues desgraciadamente son una dolorosa realidad.
Nuestro país está dentro del 25 por ciento de los países con mayores niveles de desigualdad en el mundo y es evidente viendo que aquí vive el hombre más rico de Latinoamérica junto con más de 50 millones de pobres. Pero ¿qué beneficio tiene poner a unos contra otros? Si hay alguno es para quien abandera de manera hipócrita la causa de la mayoría, el ‘héroe’ de la pobreza, el presidente de la república y lo entrecomillo porque tan solo en un año 5 millones de mexicanos entraron a la pobreza. “Primero los pobres” dice el presidente, pero pensábamos que era para sacarlos de ahí, no para meternos a todos.
El viernes de la semana pasada, el Ejecutivo criticó a la clase media llamándola “aspiracionista” y “muy egoísta”, pues dice que es muy difícil convencerlos de una transformación como la que él lidera. ¿Cómo no va a ser difícil? Si no hay un solo indicador que indique que las cosas están mejor que antes, ninguno. Encasilló en este grupo a las personas que tienen licenciatura, maestría o doctorado, como si la educación fuera un obstáculo para el cambio del país. Para él es mejor tener a una sociedad entumecida que no lo cuestione y que no le exija que haga las cosas mejor.
Opino que a lo que debería aspirar una sociedad y, por consecuencia, sus gobernantes es que todos sus miembros tengan la calidad de vida más alta. En México, la realidad es que hoy nuestro presidente nos quiere pobres e ignorantes.