Lo interesante, amable lector, viene al escuchar las malas vivencias de quienes han vivido en condominio
Raúl Lorea
El condominio se volvió un éxito de venta, pues ofrece algunas características que un fraccionamiento abierto no posee, por ejemplo, el contar con ‘amenidades exclusivas’ como atractivo para vivir ahí. En contraparte, no todos los fraccionamientos abiertos cuentan con ellas y, de ser así, no excluyen a quienes viven fuera de ahí; se convierte en un verdadero espacio público para quien desee disfrutarlo.
Por otra parte, la seguridad también resulta un buen atractivo para vivir en condominio, aunque, en la práctica, los amigos de lo ajeno se las ingenian para ingresar a los domicilios.
El ingeniero José Urquiza, del Consejo Temático de Urbanismo y Movilidad, destaca que el atractivo tangible de los condominios reside en la posibilidad de que los niños puedan jugar ‘en la calle’ sin que corran los mismos riesgos que en un fraccionamiento abierto, donde se permite el tránsito de paso, es decir, vehículos que no son locales y que además conducen cometiendo cualquier tipo de imprudencias.
Lo interesante, amable lector, viene al escuchar las malas vivencias de quienes han vivido en condominio y han sido partícipes de la administración de colonos, de las mesas directivas o de gestión de peticiones o proyectos con las autoridades. Ahí es donde se conoce la verdadera incomodidad del sistema de condominios que hoy tiene tan inquietas a tantas personas.
Con ello, me permito llegar a una idea lamentable, que estaré detallando un poco más adelante: No sabemos vivir en condominio o en comunidad.