La participación de la comunidad lésbico gay en las campañas electorales también tuvo amplia presencia en todos los estados de la República
Javier Esquivel
El miércoles 2 de junio es el último día para hacer campaña electoral, para la promoción de las propuestas y de los candidatos. Por fin termina una parte del proceso comicial marcado por la pandemia y por la polarización que imperó en todo el ambiente electoral.
Llega a su fin un atípico proceso electoral intermedio 2020-2021, el cual es la sumatoria de varios elementos que ameritan un severo y profundo análisis una vez dirimidas las controversias judiciales que seguramente habrá en los estados y municipios de cerrada votación ciudadana.
¿Qué nos deja hasta ahora esta etapa electoral en México?
1) La participación de actores políticos y empresariales no permitidos por la ley en las campañas electorales y una marcada confrontación contra los órganos electorales y descrédito a la autoridad electoral. 2) La constante judicialización en la que se invalidaron candidaturas a gobernadores, diputados federales, locales y alcaldes, procesos acompañados de la mediática aplicación de la ley a figuras públicas con impacto regional y nacional. 3) El aumento en los lamentables casos de violencia hacia candidatas y candidatos en todo el país.
A estas tres principales características fuera de la normalidad se puede incluir que no fue ortodoxamente un proceso de renovación de cargos de elección popular, como es conocido técnicamente, ya que los partidos políticos optaron por reelegir a más de la mitad –el 57 por ciento– de sus diputados federales y locales de mayoría relativa y plurinominales y también decidieron por la extensión del mandato por vía electoral en casi un 50 por ciento promedio de las alcaldías a nivel nacional.
Otra característica que podemos destacar de este proceso electoral es la amplia participación de mujeres jóvenes de entre 25 y 40 años de edad para ocupar un puesto de representación popular. El promedio de edad de las mujeres que compiten por las regidurías es aún mucho menor que el de las mujeres que compiten por las gubernaturas y las diputaciones federales. Lo que nos indica que, en México, tendremos cuerpos edilicios integrados por jóvenes con muchas ambiciones y fuerza, pero con escasa experiencia política que amerita el tratamiento de los asuntos públicos.
Si bien es cierto que la notoria participación de las mujeres es en razón de diversas disposiciones para garantizar la paridad de género aplicada al ámbito electoral, muchas de las candidatas quedaron sin el cobijo y apoyo de sus partidos para ganar la elección, y mucho más notoria fue la apatía en aquellos estados en los que no existía posibilidad de triunfo.
La participación de la comunidad lésbico gay en las campañas electorales también tuvo amplia presencia en todos los estados de la República incluso para las candidaturas a la gubernatura; sin embargo, no todas las personas que representaron electoralmente a los colectivos LGBTTTIQ no tuvieron la capacitación y entrenamiento requerido para conectar, comunicar y convencer a los ciudadanos ni el apoyo político deseado por parte de los partidos políticos que postularon a ellas y a ellos. Muchos de ellos y ellas hoy en día declinan a favor de otras alternativas a falta de posibilidades reales de ser competitivos.
El origen de fondo de la desconfianza partidista: Una característica no única de este proceso electoral, pero si más marcada en estas elecciones intermedias fue el inicio de las campañas para conquistar el voto ciudadano en medio de escándalos y denuncias.
Abundaron de inicio a fin las protestas internas de militantes en casi todos los partidos, porque las dirigencias eligieron candidatas y candidatos sin respetar los estatutos o porque los lugares de la competencia fueron otorgadas a las hijas, esposos, esposas o simplemente a los actores y actrices de la farándula.
Una vieja práctica de cuotas y cuates que parece no ser desterrada por los cacicazgos locales. En este proceso que está por terminar también fueron muy marcadas las decisiones de las oligarquías partidistas para la designación de candidatos y candidatas a los cargos de elección popular donde ofrecieron alternativas poco competitivas para la ciudadanía, ya que las nominaciones –que favorecieran a sus intereses– no representaron opciones de solución a las problemáticas más urgentes para la ciudadanía.
Mención aparte merece la autonominación de las cúpulas para las diputaciones federales y locales de representación proporcional. El ciclo de los eternos diputados federales y locales plurinominales parece no tener fin, y este proceso electoral lo ratifica. Tendremos nuevamente legisladores con más años en funciones en el ámbito legislativo que años de edad de nuestros lectores.
Añadimos al escenario la participación de los nuevos institutos políticos a nivel nacional que no representaron una alternativa atractiva para el elector, a pesar de pasar por el filtro de los estrictos controles del INE para conformar un nuevo partido competitivo. Muchos de ellos difícilmente alcanzarán su registro nacional para una futura elección; sin embargo, su participación en la segmentación del voto y declinaciones a favor de otros partidos queda manifiesta.
La forma es fondo. Lamentablemente las campañas electorales llegan a su fin con altos índices de desconfianza en la promesa y propuesta electoral. Muchos candidatos y candidatas no fueron conscientes de que la aceptación del electorado es cada vez más reducida y aun así estuvieron desprovistos de estrategias, de mensajes eficaces que los hicieran parecer diferentes o renovados a los años anteriores, en los que fueron promesa política de sus localidades. Varios hicieron la misma campaña y repitieron las mismas promesas de hace tres o seis años. Ahora están a días de ser derrotados.
Solo nos queda esperar la valoración de los cierres de campaña que quizá en algunos casos escucharemos discursos mediáticos impactantes que busquen restar algunos puntos a sus contrincantes.
Quizá serán menos los que vengan acompañados de mensajes políticos contundentes, pero sí serán más los que estarán llenos de las mismas frases de “Vamos a ganar”, “Ya ganamos”… las mismas palabras, pero, eso sí, también repletos de militantes convocados, vítores, lucha libre y grupos musicales famosos con muy buenas canciones.