Un estudio encontró que 4 de cada 10 de las personas excedemos las velocidades indicadas, aún cuando éstas diseñan con un margen de 15% de imprecisión
Claudio Sarmiento/ Consejo Ciudadano de Urbanismo
@ConsejoUrbanQro
Esta pasada semana, la Organización Panamericana de la Salud celebró la Sexta Semana Mundial de las Naciones Unidas para la Seguridad Vial, la cual pone en relieve la relación entre los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la baja velocidad en vías urbanas. Los expertos en el tema concuerdan que la velocidad es el principal factor de riesgo en los siniestros viales y que su reducción es una política clave.
No sólo se trata de reemplazar la señalización vial y exigir que la ciudadanía la respete. Un estudio encontró que 4 de cada 10 de las personas excedemos las velocidades indicadas, aún cuando éstas diseñan con un margen de 15% de imprecisión. Si bien influyen las características del vehículo, la hora del día, las condiciones climáticas y el estado de la vialidad, el factor más importante para la velocidad es el diseño vial. Rediseñar calles para velocidades menores 30 km/h podría evitar más de la mitad de los incidentes viales y evitar un gasto del 3% del PIB.
Pero el mayor beneficio de las Calles 30 es social y comunitario. Considerando que las vialidades ocupan 25% del espacio urbano y que las calles locales que se pueden intervenir fácilmente constituyen dos tercios de las vías de una ciudad, en efecto se crearían más y mejores espacios públicos. Sus baja velocidades facultarían un mayor campo de visión del conductor y posibilitaría leer mejor sus caras de lejos. Esto no sólo reduce la posibilidad de accidentes viales, sino que reconstituye el tejido social de la ciudad.