Aun así, la afición sigue ahí, con la esperanza de verles levantar el trofeo de liga
Iván Torres
No se podría entender un fracaso más para los celestes, el Cruz Azul, equipo que ha formado su prosapia entre los aficionados mexicanos que no encontraron cabida en el América y en las Chivas de los años 60 y 70.
La historia cuenta que los cementeros fueron ganando simpatizantes a partir de que la empresa que los auspicia, echó raíces en Hidalgo y en Oaxaca. Miles de familias se pusieron la camiseta de aquella cementera que fue proveedora de obras magnas de infraestructura en nuestro país; un ejemplo de mercadotecnia pura. Los primeros consumidores del equipo tenían que ser los propios trabajadores de la empresa como parte de la identidad organizacional y lo han conseguido por décadas.
Fue logrando adeptos cuando conquistaron campeonatos y se crearon ídolos como Miguel Marín, Fernando Bustos, Javier ‘Kalimán’ Guzmán, Wendy Mendizábal, entre otros en aquella década de los 70, pero también consiguiendo ser monarca en los 90 con figuras como Carlos Hermosillo, Francisco Palencia y Oscar ‘Conejo’ Pérez. Cruz Azul dejó de ser campeón, y de pronto, la sequía se ha extendido por más de dos décadas producto de las corruptelas futboleras en los niveles de pantalón largo, priorizando el enriquecimiento de directivos y alejados de la finalidad o misión de un equipo de futbol: ser ganador, exitoso gracias a los logros deportivos.
Aun así, la afición sigue ahí, con la esperanza de verles levantar el trofeo de liga. Para los no seguidores, se mantiene el morbo del “ya les toca”, y si no, la palmada solidaria en la espalda del “híjole, ahí para la otra”. Según las estadísticas, es turno de que la Máquina, apodada así por don Ángel Fernández en la década de los 70, cuando parecía un club invencible que trabajaba como un equipo que fabricaba campeonatos, vuelva a la senda de los títulos.
En los últimos torneos se ha manifestado como un equipo que barre, poderoso y alejado de sus problemas directivos. Hoy cuenta con el respaldo del trabajo deportivo y sus jugadores así lo entienden. No sabría qué decir si este equipo vuelve a perder, a quién adjudicarle un fracaso más. Solo un gesto místico de creencias religiosas podría dar consuelo.
Creo que ya no habría más tinta en los periódicos o saliva en los programas deportivos para catalogar una derrota. Mejor será que, de una vez por todas, Cruz Azul sea campeón. Ya le toca.