Sin duda a México han venido figuras mundiales que han dejado huella en el futbol azteca
Enrique Álvarez
Dicen que el Mezcal es la única bebida en el mundo a la que se le dan besos y no tragos.
Así, como si fuera mezcal, de chupito en chupito, pudimos disfrutar en Querétaro del exquisito futbol de Antonio Valencia.
Es cierto que no llegó en plenitud física. Es cierto que solo estuvo un semestre entre nosotros. Es cierto que no desplegó el futbol que iluminaba el cielo encapotado de Manchester. Pero también es cierto que se notaba la diferencia cuando desde la banda derecha enviaba un centro. Acostumbrados a que el 50 por ciento de los centros sean un balonazo, lo de Toño era un recital de como enviar un pase de gol a cada centro que enviaba al área.
Me cuentan que fuera de la cancha también era un crack. Solo he escuchado buenos comentarios de él en boca de compañeros, directivos y de su entrenador. Eso, viniendo de Toño, le sirve al futbolista mexicano como ejemplo de lo que debe de ser una figura.
Sin duda a México han venido figuras mundiales que han dejado huella en el futbol azteca. Iván Zamorano y Claudio López levantando títulos; Ronaldinho y Butragueño escribiendo hazañas a las que les faltó el final feliz; Biyik, Ruggeri, Lato y Guardiola dejaron constancia de por qué fueron figuras de talla mundial, y lamentablemente también hay una página negra donde aparecen Bebeto, Schuster y Djalminha. A Antonio Valencia, considerando su equipo y su aporte, yo lo coloco acompañando al tercer grupo mencionado.
El torneo Apertura 2021 nos permitirá darle la bienvenida a otro nombre rimbombante: Florian Thauvin. Titular habitual en el Olympique de Marsella y campeón del mundo en 2018, el francés será la nueva bandera de Tigres para conquistar, de la mano de Gignac, el futbol mexicano.