Estamos viviendo una verdadera contienda electoral, donde se siguen las reglas y se aplican con enorme solidez a través de la autoridad electoral
Roberto Mendoza
En estas elecciones, las más grandes de lo que va de este siglo, estamos experimentando una nueva manera de hacer política. Al principio del año Morena tenía en la bolsa prácticamente todos los estados donde hay elecciones a gobernador. Ya se tenía alguna idea de quien podría ser la o el candidato, pero quien fuera, prácticamente llegaba con un solo reto, no equivocarse.
Lejos de ser un día de campo, todo se ha complicado. Estamos viviendo una verdadera contienda electoral, donde se siguen las reglas y se aplican con enorme solidez a través de la autoridad electoral. La opinión pública, hoy más que nunca, cuenta y mucho. En Guerrero, Michoacán, Nuevo León, Sonora, Sinaloa y Zacatecas son, principalmente los abanderados de ese movimiento convertido en partido, quienes han dificultado todo.
En Guerrero y Michoacán, hoy hay nuevos candidatos y tienen menos de un mes para convencer y ganar; aún es probable que ganen ¿era necesario complicarlo todo, pudiendo haber acatado desde el inicio, las decisiones del árbitro electoral? En Nuevo León hay una verdadera catástrofe, casi nadie en el estado le perdona la mentira a la candidata mejor posicionada hasta hace unas semanas, en Sonora hay un candidato sin arraigo, en Sinaloa hay una lucha entre compañeros que compartían un mismo equipo hace poco y cada día se cierra más. En Zacatecas, el candidato apoyado por su poderoso hermano, suda frío por su comportamiento machista y acosador.
Un fenómeno interesante sucede en el partido de reciente creación Redes Sociales Progresistas, propone a la ciudadanía candidatos por lo menos sui géneris. José Luis Romero Calzada conocido como “El Tecmol” es uno de ellos, compite, es un decir, como candidato a la gubernatura de San Luis Potosí; en algunas encuestas ni siquiera sale rankeado pero no le importa, es un candidato con nula propuesta y su slogan, lo pinta de cuerpo entero “juntos hagamos todo mal”.
Su compañero de partido Alfredo Adame tampoco tiene propuestas claras, pero está entre que se va a quedar con una buena parte del dinero que le dará este partido para su campaña y mentarle la madre a sus electores potenciales. Otra es Rocío Pino, conocida como “La Grosera” una supuesta “Influencer” que, en realidad, y no tiene nada de malo, se dedica a vender fotos de ella desnuda en una red privada que se llama Onlyfans, lo extraño es su propuesta, prótesis mamarias para todas, con cargo al erario.
Estos candidatos son expertos en marketing, ellos saben que sería muy difícil ganar el voto, su campaña es de escándalos y ocurrencias para apuntalar su popularidad y la de su partido, su objetivo no es ganar, porque ya ganaron, usted y yo somos los que pagamos estas campañas personales de posicionamiento.
Las campañas no son un elemento de promoción personal, sino una oportunidad de servir a la comunidad; sonará trillado, pero se trata de buscar el bien común, tomar esta oportunidad de vida para mejorar la de todos. Lo que está pasando es que se está prostituyendo el proceso y al mismo tiempo la vida política del país. Sí tenemos tan buen control por parte del INE ¿Por qué se permite que se gaste nuestro dinero en este tipo de candidatos? A lo mejor las personas que podrían aportar se están dando cuenta que el sistema político no funciona y enfocan sus esfuerzos en otro lado, sí es así, por más que el INE sea efectivo, la democracia se está muriendo y con ella nuestra confianza en la política.