En este proceso electoral 2021 las cosas no son tan diferentes, se sitúan lejos de las preferencias ciudadanas para los puestos claves de la elección

Javier Esquivel

Como resultado de las elecciones de 2015 y 2018 el PRI en Querétaro se coloca como la tercera fuerza política del estado. La rentabilidad electoral para competir por la gubernatura, diputaciones locales y alcaldías disminuyen notablemente con el paso de cada elección.

En este proceso electoral 2021 las cosas no son tan diferentes, se sitúan lejos de las preferencias ciudadanas para los puestos claves de la elección.

Pocos son los distritos locales, federales y municipios en los que sus candidatas y candidatos son competitivos y que de hacer un cierre de campaña estratégico pudieran ganar y salvar a su partido de una nueva inminente derrota o enviarlo aún cuarto lugar entre todos los partidos.

Muchos factores dan respuesta del porqué el PRI pasó de ser un partido competitivo ganador en la última década a ser el partido del tercer lugar en las encuestas.

Efectividad en la comunicación. El PRI en Querétaro disminuyó su certeza de persuadir a sus públicos clave. El proceso de intercambio de información y retroalimentación entre partido-militantes, gobernantes-electores se vio afectada por la monotonía y la falta de credibilidad.

Hubo una excesiva confianza en su voto duro que le otorgaban las organizaciones campesinas. La comunicación se descuidó y olvidaron que el estado generaba nuevos votantes, nuevos públicos y nuevos electores jóvenes que no necesariamente forman ya parte de los sectores agrícolas y campesinos como lo fueron sus abuelos, padres y familiares directos.

La debilidad del mensaje y el titubeo para utilizar canales de comunicación dejaron de impactar favorablemente a aquellos públicos semiurbanos, semirurales y rurales que en años anteriores les dieron solides y validez al proyecto político.

Los logros y avances de sus diputados federales, locales y alcaldes en los últimos 6 años no fueron acompañados por una comunicación que llamara a la continuidad, integrara a sus seguidores y motivara a sus electores. Cada una de las figuras políticas trabajaron su comunicación por separado, sin coordinación con su partido en lo local y mucho menos en lo nacional.

En el proceso electoral de 2018, se generó la percepción de salvase quien pueda ante la ola de la cuarta transformación de Morena y sus aliados. Muchos de los candidatos que compitieron fueron elegidos desde la sede nacional del partido sin tomar encuentra que muchas y muchos de ellos contaban con mejor rentabilidad para ganar espacios en el Senado, Cámara de Diputados o el Congreso local.

El resultado de la efectividad de su comunicación como partido en todo el estado hoy es evidente. Se fracturaron liderazgos, se desmotivo el voto duró y hoy son uno de los partidos con menos intención de voto a pesar de la fuerza de sus organizaciones regionales.

Imagen del Partido. Específicamente en los últimos tres años el PRI en Querétaro cuenta con una marcada tendencia descendente en cuanto a opinión y confianza ciudadana.

Sus atributos negativos lo han colocado como el partido por el que menos votarían, el partido con más alto índice de rechazo. A pesar de ello, no se generaron a nivel local acciones de reparación de imagen o control de daños ni mucho menos se implementaron acciones para atraer a los votantes jóvenes.

A pesar de que hoy la mayoría de sus figuras políticas y candidatas son jóvenes no conectan con los nuevos electores que acudirán a las urnas por primera ocasión.

Un estudio nacional reciente sobre la imagen de los partidos coloca al PRI con 77 por ciento de rechazo a nivel nacional en contraste con Morena que tiene 51 por ciento de opiniones favorables.

En concordancia con ello, hoy en día la mayoría de las encuestas locales coinciden en proporción con el nivel de rechazo nacional.  Seis de cada 10 electores prefieren votar por cualquier partido menos por el PRI.

La misma encuesta nacional también reveló que la alianza Va por México es receptora de los mismos atributos negativos de los partidos que la conforman, por lo que, en aquellos distritos locales y federales y presidencias municipales donde compite el PRI lo hacen en condiciones adversas de imagen o marca partidaria.

Transferencia de activos. Si bien es cierto que la opinión de un gobierno no es transferible directamente a las o los candidatos, el PRI enfrenta el peso que generan las sólidas valoraciones de popularidad y aceptación tanto del presidente de la República y del actual gobernador. Sin duda, son un factor que incide notablemente en la construcción de imagen y percepción pública que hoy afecta a sus candidatas y candidatos.

El PRI local llegó a la elección de 2021 sin una figura contundente en lo local que apoye a la reconstrucción de su imagen como partido político y fortaleciera su oferta política en sectores que dieron su voto y amplias victorias en el pasado. La figura de los exgobernadores, ex senadores -hasta el cierre de esta columna- es tímida y por demás discreta.

Las pocas figuras del partido que sobresalen su resultado de una nueva generación de priistas que buscan desligarse de la imagen del PRI del pasado.

Muchas de estas nuevas personalidades tuvieron un valioso posicionamiento en el Congreso local, lo que les ha permitido ser ahora candidatas y candidatos competitivos, pero con la pesada losa de la imagen y reputación de su partido.

Las candidatas y los candidatos del PRI.  Son tres elementos esenciales para ganar una elección y uno de ellos es la imagen política de las candidatas y los candidatos. En este caso las personas que compiten para las alcaldías, diputaciones federales, locales y la gubernatura bajo la bandera del PRI cuentan con la solidez de su reputación, trayectoria y arquetipos atractivos y aceptables por los electores.

La mayoría son personas jóvenes que transmiten valores y que cuentan con propuestas sólidas, realizables que responden a las necesidades de sus posibles electores. Su imagen y propuesta empieza a resonar favorablemente en los electores indecisos y e incluso en algunos sectores de voto blando del PAN.

Sin embargo, compiten y hacen campaña cobijados por una estrategia de campaña nacional mal trazada y poco efectiva que incluye un concepto rector poco contundente y claro.

Cuando la estrategia no te suma votos y resta al rival simplemente debe ser modificada y en estas semanas que van de campañas, los indicadores y metas electorales parecen no moverse.

La imagen gráfica de campaña que es pieza clave para la persuasión del voto está basada en una imagen estándar y poco emotiva diseñada para ser usada desde Tijuana hasta Yucatán.

La estrategia electoral por la que compiten las y los candidatos del PRI en Querétaro debiera ajustarse a las necesidades de cada rincón del estado, a la realidad de cada uno de los puestos por los que se compite y modificarse en cuanto al diseño de mensaje, uso de medios de comunicación, trabajo en tierra y tácticas de sumar en aquellos públicos donde si tienen aceptación sus candidatos y candidatas, pero pareciera que todos hacen campañas para ellos mismos, el voto duro y leal de siempre.

La percepción reflejada hacia el elector y el ciudadano hoy, es que se trata de una misma campaña en la que caben todas y todos. Todos bajo el mismo modelo de campaña electoral y sin tomar en cuenta que su posicionamiento es de tercer lugar.

Quizá la esperanza de que su estrategia actual funcione está basada en su capacidad de movilización territorial y en su sólida e institucional estructura sin embargo es una apuesta con grado de riego alto. Son menos de 40 días que el PRI Querétaro tiene para rescatar algunos espacios en los que sí son competitivos y tratar de mejorar su rendimiento electoral en este 2021.

El PRI en Querétaro tendrá mucho que aprender de esta campaña y reinventarse una vez que se cuenten con los resultados finales de la elección pero sobre todo leer y entender los mensajes no escritos que antecedieron y sucedieron durante la campaña.