Se palpa la lucha de poderes que se gesta a espaldas de la aspirante morenista y el sin pase presupuestal que dicen, se encuentra en la bancada nacional
Alhelí Lara
Hay una constante en las campañas electorales en Querétaro. El enemigo no es el pueblo, el electorado ni los sectores económicos, es el propio partido al que pertenecen los candidatos.
Ya dimos cuenta de cómo lucen las abanderadas del Partido Revolucionario Institucional (PRI) Abigail Arredondo y María Alemán, sin el respaldo de su líder nacional y con el recorte presupuestal para las campañas.
Pues lo mismo pasa en Morena. El entorno nacional no abona a la campaña de la exmagistrada Celia Maya, quien no solo se enfrenta a un Partido Acción Nacional (PAN) que aparenta por lo menos, más unión, sino también a la imagen y rechazo hacia un Félix Salgado Macedonio, hacia un candidato a diputado federal llamado Benjamín Saúl Huerta, detenido por intento de abuso sexual; y hacia un David Monreal, aspirante a la gubernatura de Zacatecas, captado al tocar los glúteos de una compañera de partido.
Peor aún, hacia el presidente Andrés Manuel López Obrador que no tuvo tiempo de ver estos hechos. En lo local, tampoco hay mucho que destacar, las rupturas internas son evidentes. Se palpa la lucha de poderes que se gesta a espaldas de la aspirante morenista y el sin pase presupuestal que dicen, se encuentra en la bancada nacional.
A nivel local, la propaganda política de Arturo Maximiliano en una barda considerada patrimonio de la UNESCO, también deja mucho que pensar. No basta volver a pintarla de blanco, como si eso borrara el hecho. Preocupa que un aspirante a gobernar la ciudad reconocida por la UNESCO, desconozca este tipo de faltas.
Y lamentablemente el blanquiazul tampoco se salva. A veces, los estrategas políticos consideran que eliminar palabras del diccionario hará que el electorado crea en el postulante y no es así. Reelección, existe. Les guste o no. Esas diez letras incomodan pero muestran un hecho real. Por lo menos tres candidatos buscan la reelección: Luis Nava, Roberto Sosa y Enrique Vega. ¿Por qué tapar el sol con un dedo? ¿por qué no usar la palabra continuidad si es lo que en hechos, se busca?
Cuando las cosas se hacen bien, el electorado es justo lo que quiere, la continuidad. Y el gobernador Francisco Domínguez ha dejado la vara muy alta. Si los munícipes hicieron bien su chamba, no hay que temerle a esas dos palabras. Conforme pasan los días, las pugnas y divisiones internas serán más evidentes. Veamos que permea a una sociedad ávida de transparencia y acciones concretas.