Los partidos olvidaron que el peso de sus atributos negativos podría ser un obstáculo mayor a la hora de negociar las candidaturas a gobernadores, alcaldes, diputados locales y federales

Javier Esquivel

Las campañas intermedias llegarán a su fin en menos de 50 días. El último minuto del 2 de junio se termina el periodo para pedir el voto. Tres días para la reflexión del voto y por fin llegaremos al momento más esperado: el día de la gran elección. Las elecciones más grandes de la historia reciente en México como dirían algunos analistas y oficialistas.

El proceso de persuasión al votante comprendido por las precampañas y las campañas para gobernador, diputados federales, locales y alcalde nos permite la siguiente reflexión:

1.-  El peso y valor de marca de cada partido cuenta y cuesta votos. Hemos visto con información y datos duros de los procesos electorales anteriores que la suma de partidos para derrotar en las urnas a su rival no es tan funcional por una razón fundamental: El peso de la marca de cada uno de los partidos políticos anula la presencia, arquetipo y narrativa de las y los candidatos.

Los partidos olvidaron que el peso de sus atributos negativos podría ser un obstáculo mayor a la hora de negociar las candidaturas a gobernadores, alcaldes, diputados locales y federales.

En este caso, el PAN, PRD y PRI que conforman la coalición Va por México, tiene más percepción negativa y taza de rechazo entre los tres que superan y ensombrecen los atributos personales de sus candidatos que compiten con las tres siglas. Y en este proceso en el que impera la polarización y rivalización de marcas, la coalición Juntos Haremos Historia contra la que compiten está mucho mejor evaluada, aceptada y reconocida.

2.- Errores básicos de campaña de la mayoría de las y los candidatos. Toda campaña debe estar sujeta a tres etapas básicas:1) presentación del candidato o candidata- momento para reforzar nivel de conocimiento y posicionamiento de atributos, la venta de imagen, causas y banderas personales. 2) Presentación de propuestas de alto impacto ciudadano- tiempo para ofrecer soluciones a las necesidades más urgentes, difundir las bondades de su propuesta política y 3) petición del voto. Sin embargo, vemos una comunicación sin metodología, sin mensaje y sin creatividad.

Si bien es cierto que las campañas se ganan en las calles, es evidente la presencia de candidatas y candidatos recorriendo plazas públicas, en reuniones -a pesar de la COVID- en casa de los vecinos, comiendo tacos, haciendo ejercicio, bailando o abrazando gente, visitando mercados, uniformados con ropa que acentúan los logotipos de sus partidos y sus nombres en las mangas para intentar que la gente los recuerde.

Han olvidado que la tasa de rechazo hacia los partidos es mayor que en otros años y que la participación en trabajo territorial tanto de sus militantes como vecinales es menor.

Aunado a ello, en la mayoría de los casos. El discurso electoral sigue siendo una composición de lugares comunes y promesas repletas de frases antes ya escuchadas acompañadas de las críticas al contrincante. La falta de contundencia solo incrementa el nivel de confianza hacia sus partidos.

Lo anterior podría ser síntoma común en esta y todas las campañas. Sin embargo, si lo que se busca es generar pesos y contra pesos en las gubernaturas y los Congresos locales y federal toda acción debiera ser estratégica y bien planificada y en cada acto remarcar perfectamente lo que significa un proyecto de continuidad o cambio. No obstante, la ocurrencia remarca la diferencia entre una campaña y otra.

Para este proceso de renovación de autoridades la oposición que compite en coalición llega a las urnas sin una estrategia unificada, sin marca sólida de su coalición, con altas tazas de rechazo, sin una narrativa y relato convincente y sobre todo un déficit de comunicación efectiva.

En el transcurso de los próximos días veremos cuál será la capacidad de cada uno de los equipos de campaña para remontar las ventajas en intención de voto, de reinventarse en pocos días o si de plano recurrirán a la táctica más fácil del mercado electoral: la guerra sucia.

Seguiremos puntualmente cada uno de los pasos de las campañas políticas 2021 y recordemos que en proceso electoral todos los días, cada hora y minuto del día son hábiles y de suma importancia ya que una vez iniciado el 7 de junio habrá comenzado la carrera presidencial.