La discriminación de los católicos en Irlanda del Norte por parte de los protestantes trajo tres décadas de guerra soterrada, con la llegada del Ejército británico y más de 3 mil muertes
Alejandro Gutiérrez Balboa
Por más de una semana, las calles de las principales ciudades de Irlanda del Norte han sido escenario de motines muy parecidos a los vividos en Chile y otras ciudades del mundo: jóvenes arrojando tabiques y bombas molotov a la Policía, carros y autobuses incendiados, las autoridades utilizando balas de goma y cañones de agua sin que sean efectivos para detener el vandalismo.
Hace 100 años Irlanda fue partida en dos: 26 condados de la isla lograron sacudirse la ocupación, el despotismo y el yugo británico tras siglos de lucha y obtuvieron la independencia; pero seis condados formaron Irlanda del Norte y permanecieron sujetos a la corona inglesa. La frontera entre ambas Irlandas es una simple raya, literalmente, pues no existen barreras y tanto los bienes y mercaderías como la gente fluye con total libertad.
La discriminación de los católicos en Irlanda del Norte por parte de los protestantes trajo tres décadas de guerra soterrada, con la llegada del Ejército británico y más de 3 mil muertes. Finalmente se logró un acuerdo en 1998.
Tras la salida británica de la Unión Europea, el Brexit de 2016, los problemas se dispararon, pues la única frontera física entre Inglaterra y Europa está entre las Irlandas. La República de Irlanda, la del sur, permanece como miembro de pleno derecho en la Unión Europea y las dirigencias de ambos países acordaron no establecer fronteras físicas, pues eso traería de regreso la guerra entre los católicos y la mayoría protestante de Irlanda del Norte.
Entonces, la barrera arancelaria la constituyó el Mar de Irlanda, que separa la isla de la Gran Bretaña. Esto trajo como consecuencia escasez de productos, agudizado con la pandemia, en el mercado irlandés del norte, que ha pedido a la metrópoli londinense un trato especial sin lograrlo, sintiéndose traicionados en su lealtad sostenida contra las fuerzas que han promovido la reunificación irlandesa. Los protestantes irlandeses han mantenido la unión a la corona británica a toda costa.
Los grupos paramilitares han visto su oportunidad para manifestar su descontento contra una situación que juzgan de debilidad, lo que es obviamente muy peligroso en un entorno que ha sido por décadas un barril de pólvora.