Cuando fue construida la avenida 5 de Febrero, rodeaba la ciudad de Querétaro
Raúl Lorea
La carretera federal 57 es, junto con la México-Toluca y la México-Puebla, de las más transitadas del país (según mediciones de peajes en temporadas vacacionales); sin embargo, la 57 registra mayor afluencia de tránsito pesado por su conexión con el Bajío y el norte.
Cuando fue construida la avenida 5 de Febrero, rodeaba la ciudad de Querétaro, pues su límite al poniente era cerca de avenida Tecnológico, quedando todavía más allá del Cerro de las Campanas.
Hoy, la ciudad ha crecido tanto que la 57 es la vialidad más importante para transitar de norte a sur, pero sin dejar de ser una vialidad de paso. Su mantenimiento es complejo, pues las laterales son de competencia municipal; algunos tramos de carriles centrales son de competencia estatal y otros de competencia federal.
Su importancia y el alto tránsito vehicular han hecho que sea también la barrera urbana más compleja de Querétaro para la movilidad, pues es insegura para peatones y ciclistas urbanos, particularmente en los tramos más antiguos.
En estos días se ha propuesto un “segundo piso” para librar el tránsito de paso, idea que se ha analizado desde 2016 y, a decir del ing. Oscar Hale (expresidente del Colegio de Ingenieros Civiles), se requiere una inversión sumamente fuerte para su construcción, que a mi parecer podría no ser impedimento si se trabaja en un esquema de Asociación Público Privada.
El verdadero reto será obtener las autorizaciones de la SCT, lo que implica gestionarla con la administración federal. ¿Se podrá?