Disfrutar de la ciudad va más allá de la actitud del dandi, ese hombre de mundo perfecto paseante que describe Charles Baudelaire
Salvador Tapia García/Consejo Ciudadano de Urbanismo
@ConsejoUrbanQro
¿Por qué hemos perdido el deleite de disfrutar de la ciudad a pie? Vivian Gornik, periodista feminista, relata en Apegos feroces (1987) cómo ella y su madre realizaban recorridos diarios por las calles de la ciudad de Nueva York. Inmigrantes judías que llegaron a la gran manzana poco antes de la Primera Guerra Mundial, ambas experimentan la vida urbana como “aventuras de todos los días” ya sea con conductores de autobús, con méndigas arrastrando carritos, acomodadores o locos callejeros. “Pasear saca lo mejor de nosotras,” dice en sus memorias.
Hoy reconocemos que la cultura del uso del automóvil predomina en la mayoría en las ciudades latinoamericanas y subordina a otras formas de movilidad como el caminar o el andar en bicicleta. A esto, le debemos sumar la violencia y la inseguridad pública que las mujeres experimentan todos los días. Estos factores, aunados a la falta de un sistema de transporte público eficiente, han hecho que perdamos poco a poco la posibilidad de recorrer a pie nuestra ciudad.
Disfrutar de la ciudad va más allá de la actitud del dandi, ese hombre de mundo perfecto paseante que describe Charles Baudelaire. Disfrutar de la ciudad es la posibilidad del encuentro con el otro, con el conciudadano para reconocer que la ciudad es heterogénea. Es decir que la ciudad está habitada por muchos y muy diferentes tipos de personas, con distintas realidades, pero con situaciones en común: que compartimos un mismo escenario, el escenario de nuestra ciudad.