El espectáculo “It´s time to KISS 2020 Goodbye” fue un digno reflejo de una de las bandas más reconocidas y extravagantes
Lisandro. A. Meza De los Cobos
Cuando hablamos del mundo del espectáculo y de las presentaciones artísticas, lo primero que surca por nuestros pensamientos son esos soñadores e ilusorios espacios de entretenimiento presenciales, en los que el arte, acompañada de colores, sonidos, instrumentos e iluminación, llevan al espectador a un estado de euforia y gozo indescriptible; los conciertos.
Desde los primeros días de la pandemia y la puesta en marcha de las restricciones de confinamiento, así como la reducción de aforos; múltiples compañías, artistas y productores han realizado valerosos intentos de reactivar la industria de los conciertos y claro es el ejemplo de la banda estadounidense Kiss; la cuál ante un grupo reducido de asistentes presenciales y miles de espectadores virtuales, desde el Hotel Atlantis, uno de los hoteles más exclusivos de Dubái en Emiratos Árabes, presentaron el espectáculo denominado “It´s time to KISS 2020 Goodbye” (es tiempo de dar un beso de despedida al 2020).
El espectáculo fue un digno reflejo de una de las bandas más reconocidas y extravagantes dentro de los géneros rock y heavy metal; adicional a la espléndida tocada, este grupo de señores de más 65 años de edad, decidió volarse la barda y romper el Record Guinness, en primer lugar por el mayor número de torres de fuego en escena y segundo, por la flama más alta de la historia, la cual superó los 18 pies de altura; haciéndonos recordar placenteramente su presentación en el Fleet Center en Boston y a la peculiar lengua de Gene Simmons, recorriendo todo el escenario montado sobre plataformas móviles.
Sin duda alguna esperamos que los conciertos, en esta nueva realidad, puedan nuevamente acelerar nuestro corazón al compás del bombo, la tarola y el platillo; tocaran de nuevo nuestra esencia más profunda y la piel se vuelve a erizar con ese sonido característico de una Fender Stratocaster; que una vez más nos regresarán el alma cuerpo, con ese magnífico estruendo disfrazado de pirotécnica, juego de luces y estelas de humo.