El índice de fecundidad en España fue en 2019 de 1.24 hijos por mujer, pero en 1998 fue de 1.13%, el más bajo de su historia reciente
Alejandro Gutiérrez Balboa
La Madre patria se desenvuelve en medio de contradicciones. Un buen nivel de vida desde hace varios años, con un gobierno hiper corrupto, líderes mediocres y demagogos, una creciente invasión musulmana proveniente de África, sin que las autoridades hagan nada; un pésimo manejo de la pandemia que le ha costado 71,436 muertos, a lo que hay que agregar un prolongado decrecimiento poblacional, de los más impresionantes en Europa.
Como muchas cosas, la falta de nacimientos en España ha sido atribuida a la pandemia, pero el declive lleva varios años. Solamente en diciembre y enero nació un 23% menos bebés respecto a los mismos meses del año anterior. Como en otros países, las parejas españolas tienen cada vez menos hijos y las madres lo son cada vez más tarde, cuando son mayores y el calendario biológico se reduce.
En contraste, las mafias de polleros llevan mayores cantidades de árabes musulmanes, las autoridades se hacen de la vista gorda y la natalidad de estas personas ronda los 8 hijos promedio por pareja. Desde que llegan, muchos de ellos delinquen, cada vez son mayores los delitos sexuales, los robos, los allanamientos y hasta los asesinatos. En las Islas Canarias la situación se hace insostenible y crece la emigración de españoles a la península, con consecuencias fáciles de prever.
El índice de fecundidad en España fue en 2019 de 1.24 hijos por mujer, pero en 1998 fue de 1.13%, el más bajo de su historia reciente. Si consideramos que el índice de reemplazo, el porcentaje mínimo de nacimientos para mantener la misma población, sin crecimiento, es de 2.1%, el último año que en España se registró este índice fue 1980. Desde entonces, la población decrece.
Esto nos habla de que España ya no es viable poblacionalmente y cada año aumentarán los pueblos fantasma, de 1 a 10 habitantes, viejos, porque ya no hay razón para escuelas, guarderías y medios para el crecimiento y desarrollo de niños.
Mientras esto pasa, el gobierno mantiene un ministerio de igualdad con una ministra que llegó por ser la amasia de uno de los principales líderes de izquierda radical y que se la pasa promoviendo un feminismo tan ramplón como absurdo. La demagogia mina dondequiera que se enseñorea.