Más allá de los resultados, el desempeño de Gallos Blancos no nos permite identificar si hay un buen equipo que en ocasiones se nubla
Enrique Álvarez Garibay
En estadística, la “desviación estándar” es la medida de dispersión que indica que tan similares o tan dispersos son unos datos en relación con la media. Mientras mayor sea la desviación estándar, mayor es la dispersión o la diferencia de los datos.
Si intentáramos hacer una gráfica de la desviación estándar del rendimiento de Gallos Blancos en la actual temporada, el resultado nos arrojaría una dispersión total.
En la Jornada 1, contra Toluca, vimos un equipo desorientado, pero luchador. El marcador no muestra lo que sucedió en el campo, pero hay que reconocer que Toluca fue superior. En la Jornada 2, contra Atlas, vimos orden y entrega. Ante Pumas, en la jornada 3, vimos contundencia.
Pero llegó la jornada 4 y Cruz Azul borró el orden. Parecía un equipo diferente al de las 2 jornadas anteriores. Ante Pachuca y América regresó el equipo ordenado y belicoso. Aún con la derrota ante los capitalinos, Querétaro dejó un buen sabor de boca. Pero ese rendimiento no logra mantenerlo por 3 partidos consecutivos. Ante Mazatlán, en la jornada 8, regresó el equipo desordenado, inocente y falto de reacción que vimos ante Cruz Azul. Lo peor, es que Valencia, su hombre de experiencia, aquel que debe mantener la calma y ordenar al equipo, perdió la cabeza y se fue expulsado.
Más allá de los resultados, el desempeño de Gallos Blancos no nos permite identificar si hay un buen equipo que en ocasiones se nubla, y un mal equipo que a veces sale enganchado. Si hay que buscar un punto positivo a esta situación, es que Pity mantiene a su equipo en posición de repechaje y fuera de los coleros que deberán de pagar multa.