Las críticas duelen, pero sirven
Roberto Mendoza
Las auditorías son siempre un dolor de cabeza. Estos ejercicios hacen que nuestro trabajo se califique de manera real para saber si estamos logrando los objetivos y metas que nos hemos propuesto. Una empresa seria siempre busca tener una auditoría externa para tener resultados sin anteponer intereses internos. No sirven si se usan para revanchismos o para descalificaciones, son instrumentos para conocer donde se puede hacer más y donde mejorar, para saber si lo que estamos invirtiendo está dando frutos.
Lo mismo pasa en el gobierno. La Auditoria Superior de la Federación es un ente externo del gobierno, pertenece a uno de los tres poderes de la Unión, los diputados son los jefes de la auditoría, pero más allá, al votar por los diputados, nosotros somos los verdaderos jefes del auditor.
¿Qué pasa si al contratar a un auditor, cuando entrega sus resultados, nos enojamos y lo descalificamos? Tiramos nuestro dinero a la basura. Lo más probable es que siempre tengamos dudas sobre ese ejercicio porque quisimos ocultar los errores que van a continuar y probablemente a la larga sean un dolor de cabeza muy grave, incluso que nos lleven a la quiebra.
Si presidente descalifica al auditor porque no le gustan sus cifras, no se podrán corregir los errores que se encontraron; si tristemente el auditor ya aceptó que se equivocó, entonces todo el trabajo se va a la basura. Probablemente sea retirado de su cargo, pero ya no hay tiempo de hacer una auditoría suplementaria, el ejercicio 2019 quedará en duda y arrastrará errores hacia el futuro. ¿Cuánto en realidad se gastó en el aeropuerto Felipe Ángeles? ¿De cuánto fueron las pérdidas por la cancelación del aeropuerto de Texcoco? ¿Cuánto es el gasto en el Tren Maya? ¿Cuántos es el gasto de la refinería de Dos Bocas? ¿La Secretaría de la Función Pública, el Ejercito, la del Bienestar, en fin, el gobierno abrió o no sus datos a la Auditoría? ¿Las cuentas se hicieron bien, mal o al gusto del presidente? Incluso ¿Cuáles son los otros datos que tiene el presidente? Nadie sabe, nadie sabrá.
La oportunidad de mejorar se va a perder. Las críticas duelen, pero sirven. Si se va a buscar que no haya críticas porque quién está en el poder quiere que todas sus acciones sean correctas, vamos a terminar con un país lleno de errores no reconocidos y no vamos a poder confiar en el gobierno, porque para ellos todo va a estar siempre bien. Seremos una nueva república Estalinista, no digo que socialista o comunista, solo que nuestro presidente está interpretando los hechos históricos, políticos, y económicos como mejor le parecen y ha tomado las riendas del poder en toda su expresión, nadie lo puede contradecir y, si lo hace, es denostado, como los periodistas, despedido como el director de órgano para devolver al pueblo lo robado o desaparecido como los fideicomisos. ¿Será esa la suerte del auditor y la Auditoria?
Aún tenemos tiempo para frenar este ánimo de poder, lo vamos a tener en unos meses. Aunque las opciones que se nos presentan tampoco son las mejores, partidos y candidatos que dejaron sus ideologías de lado, candidatos acusados de violadores, candidatas que podrían ser usadas como juanitas, personas que quieren un lugar en la cámara para su lucimiento personal o porque es una garantía de fuero. No sé qué es peor. Lo único que nos queda es darnos cuenta que la polarización ayuda y permite que crezca todo lo malo que hoy sucede, nos urge unirnos por un México mejor, por encima de partidos y pequeños dictadores.