En Querétaro ganará quien mejor conecte, comunique y convenza: Javier Esquivel

Fincar las expectativas de triunfo en la aprobación del mandatario saliente o en la intención de voto del partido y de sus candidatas o candidatos es una apuesta arriesgada. Las cualidades no se heredan ni la ciudadanía premia en nombre de otras personas.

Y es justo lo que puede ocurrir en Querétaro, que los partidos políticos que encabezan las preferencias electorales para la gubernatura, las 5 diputaciones federales y las 18 presidencias municipales, confíen de más en las mediciones demoscópicas telefónicas que miden la intención del voto durante la pandemia como un resultado racional y minimicen el humor social, miedos, emociones y aspiraciones de los electores que votan por gustos, resonancias, empatías o disonancias.

Recordemos que en Querétaro el voto ha sido pendular y la aprobación de gobierno, la popularidad de partido o los perfiles y trayectorias de los contendientes pocas veces han sido el fiel de la balanza.

La victoria de Ignacio Loyola Vera en 1997 fue la primera señal de que queda prohibido confiarse. En esa década no hubo sorpresas, pero sí varios sorprendidos.

Las pocas encuestas disponibles reflejaban mayor probabilidad de triunfo a la continuidad del PRI y la opinión publicada del momento coincidía que la gestión- mayoritariamente- aprobatoria del gobierno saliente de Enrique Burgos y la popularidad local de su partido permitirían mantener la gubernatura, sin embargo, obviaron que las campañas cuentan y perdieron la elección.

Para el siguiente proceso electoral de 2003 el PAN pudo apenas retener la gubernatura por escaso margen de 3.7 puntos porcentuales, cuando parecía que sería una elección sin sobre saltos por el peso de la marca del partido y de la figura presidencial.

Durante el siguiente proceso de renovación a la gubernatura en 2009 el fantasma de la confianza volvió a hacerse presente.

A 45 días de la elección el candidato del PRI iniciaba su campaña con 25 puntos de desventaja, una distancia que también lucía irremontable ya que enfrentaba dos sexenios panistas con un voto cada vez más duro e inamovible y con una aprobación de gobierno por arriba de la media nacional. A pesar de ello, José Calzada ganó la elección por 5 puntos de diferencia.

Más tarde durante el proceso electoral 2015, la aprobación gubernamental de José Calzada, según la encuesta de Covarrubias y asociados otorgaba la mejor calificación de un gobernador en todo el país, y la posibilidad de una campaña exitosa de continuidad para su partido, sin embargo, el PRI perdió por más de 7 puntos de diferencia.

Hoy en día la historia parece repetirse.

Las encuestas públicas del momento, las cuales muchas no son domiciliarias por temas sanitarios, refieren que el PAN cuenta con mayor intención de voto para la gubernatura, que el gobernador saliente cuenta con aprobación de gobierno favorable y, se añade, que Querétaro es uno de los pocos estados donde la aprobación presidencial no es tan alta como en el resto del país,

Ante esas variantes incluso algunos analistas se aventuran a asegurar que será la única gubernatura que ya se antoja resuelta.

En cambio, la confianza de unos puede ser la constante en la ecuación que otorgue la victoria a aquellos que definan y logren colocar en la mente del elector lo que está en juego en la elección.

Recordemos que cuando existen momentos emocionales de crisis, tensión o ansiedad de soluciones rápidas, la tendencia favorece a las campañas de cambio.

Diversos estudios sobre Antropología de las emociones y Teoría de los sentimientos, sostienen que en estadios de humor social variante – como los que vive el estado o la mayoría del país por la pandemia-, las y los ciudadanos- electores- eligen causas y banderas bien definidas y puntales de personas o líderes sociales y rechazan con más frecuencia las agendas partidarias o gubernamentales saturadas de resultados inalcanzados.

Ante ello, el elector busca soluciones urgentes a sus necesidades y alivio a sus preocupaciones, restando probabilidades de éxito a las campañas de continuidad que cada día son más difíciles de sostener.

De tal forma, quien conecte mejor con las agendas de género, con la protección de niñas, niños y adolescentes, comunique que la mejor herramienta para combate a la corrupción es la aplicación de la ley y la vigencia del Estado de derecho y convenza con propuestas realistas y coordinadas que se puede recuperar la salud y la economía tendrá mayores posibilidades de ganar la elección a la gubernatura y podrá inclinar los pesos y contra pesos en el Congreso.

Así que prohibido confiarse con lo que hasta ahora marcan los resultados cuantitativos y probabilísticos de las encuestas. El proceso electoral inició, pero la campaña electoral aún no comienza y las campañas cuentan.