Piensan que en México la gente no está lastimada. Ni siquiera hemos merecido un perdón.
Daniel Lizárraga
Los dirigentes -que no líderes- de la oposición en México, conformada por el PAN, PRI y lo restos de lo que fuera el PRD, han suscrito una frase que desnuda su amorfo cuerpo: “hay que dejar lo pasado en el pasado”.
Ese eslogan fue lanzado el pasado 28 de enero para enfrentar al gobierno de López Obrador en las elecciones de este año. Esa idea -por llamarla de alguna manera- viene de un trío perdido en una caverna que no escucha más que el eco de sus propias voces y piensan que la gran mayoría en este país los rescatarán.
La potencia de sus palabras -ellos piensan- despertará a México del encanto obradorista. Pero su campaña está hueca, no tiene alternativas económicas, ni políticas o sociales. Nada que, mínimamente, sirva para contrastarse con el gobierno que pretenden golpear.
Marko Cortés (PAN), Alejandro Moreno (PRI) y Jesús Zambrano (PRD) piden “dejar lo pasado en el pasado”. Que echamos al fondo de alguna barranca la sangre de más de 104 mil muertos -según las cifras oficiales- de la guerra contra el narcotráfico, las profundas crisis económicas, su error de diciembre en 1994 y la deuda externa.
Nos piden que dejemos atrás a las madres y padres de familia que buscan a sus desaparecidos, que no recordemos su guerra sucia en la década de los setenta, el asesinato de estudiantes en 1968, ni su negro pasado de partido único y su papel como amanuenses para rescatar a la banca con fondos públicos o respaldar el fraude electoral que llevó a Carlos Salinas de Gortari a Los Pinos.
Si en su esquizofrenia piensan que el llamado será la punta de una estrategia de mercado para derrumbar a un presidente que tiene un 62% de aceptación -según la última encuesta de El Financiero- allá ellos. A menos, claro está, que el mensaje sea para que los empresarios los forren de billetes.
Su “dejemos lo pasado en el pasado” es indignante. La sangre derramada en una guerra absurda fue la decisión de uno de los suyos: Felipe Calderón. Los rastros de uno de los gobiernos más corruptos -al menos en los últimos 25 años- también lo encabezó uno de los suyos: Enrique Peña Nieto.
Piensan que en México la gente no está lastimada. Ni siquiera hemos merecido un perdón. Pero no lo harán, al contrario, cierran filas, miran para otro lado o lanzan tibias condenas cuando se descubren su corrupción.
Ya olvidaron el resultado de las elecciones del 2018: la gente salió a las calles para ponerlos en su lugar. Ahora, con descaro, pretenden ser la bisagra para unir a México contra López Obrador. Cuando leo su “hay que dejar lo pasado en el pasado” recuerdo una canción de Víctor Manuel que lleva por título ¿Cómo voy a Olvidarme?
Cómo voy a olividarme
Ya se que les estorba,
que se abran las cunetas,
que se mire en las fosas.
Y que se haga justicia,
sobre todas las cosas,
que los mal enterrados,
ni mueren ni reposan.
Cómo voy a olvidarme,
de todas las derrotas,
de tantos humillados,
de las familias rotas.