El éxito de la civilización humana ha dependido de nuestra capacidad para generar lazos afectivos con parientes, amigos, vecinos y compañeros de trabajo
Claudio Sarmiento Casas/Consejo Ciudadano de Urbanismo
@ConsejoUrbanQro
Los humanos somos animales sociales y, por ende, la ciudad es un producto de nuestras relaciones sociales. El éxito de la civilización humana ha dependido de nuestra capacidad para generar lazos afectivos con parientes, amigos, vecinos y compañeros de trabajo. Por eso damos tanta importancia a las reuniones familiares, salidas con compadres o comadres, eventos sociales. Pero esta fortaleza también es nuestra mayor debilidad: el virus SARS-CoV-2 ataca nuestro sistema respiratorio pero, más importante aún, ataca nuestra predilección por sociabilizar.
Tenemos que pensar en la ciudad como un organismo social, dependiente en tradiciones. Hasta hace pocos años, por ejemplo, las rutas del transporte público hacían paradas en cada esquina, lo cual hacía factible que las tiendas de abarrotes se localizaran ahí. Estas solían ser pequeñas o poco abastecidas porque solíamos ir por la compra casi cada día. Pero el patrón urbano cambia totalmente cuando nos movemos en automóvil individual, lo cual posibilita cargar más mandado con menos frecuencia, lo cual requiere supermercados masivos con estacionamientos públicos extensos en las periferias de la ciudad, expandiéndola.
Muchos pasamos estas fiestas decembrinas sin ver a familia y amigos, tratando de quedarse en casa. Para nosotros, la ciudad se redujo a uno que otro viaje de compras y a unas cuadras alrededor. El 2021 pinta para una vida urbana restringida similar, lo hace indispensable repensar la ciudad antes de condenarnos al ostracismo.