La criminalidad llegó a extremos nunca antes vistos y el brazo de la ley ya no es suficiente, debido a la corrosiva impunidad y corrupción
Sergio Arellano
En los noticieros siempre escucho que los niveles delincuenciales se elevan. Los números rojos no dejan de aparecer en estados como Guanajuato, tras el flaqueo de las instituciones de seguridad. La criminalidad llegó a extremos nunca antes vistos y el brazo de la ley ya no es suficiente. La corrosiva impunidad y corrupción que existe en la impartición de justicia nos ha obligado a caer en el siguiente cuestionamiento: ¿los jueces han perdido las agallas de atribuir responsabilidades en litigios delicados? O simplemente los ha rebasado el mismo sistema. ¿Debemos tener jueces sin rostro? Tratándose de la primera premisa, cualquiera estaría de acuerdo con esta frase coloquial: “Qué miedo tener que apresar narcotraficantes y delincuentes de alto rango”. Si fuera juzgador… ¡seguro me escondería! Pero la realidad es que este asunto ya se trató. En algún momento se planteó que para proteger la identidad de los jueces y, por ende, la integridad de sus familias, los señalados no se toparan con el juez en el transcurso del proceso. En el análisis de este planteamiento, puedo comentarles que la Corte Interamericana de Derechos Humanos en el año 2005, resolvió en el caso Wilson García -tratándose del juicio de un terrorista- que suprimir el trato directo con el juzgador constituía una grave violación al derecho al debido proceso y máxima publicidad. Los grandes penalistas lamentan que se esté hablando de este tema y, además, concuerdo con ellos. Por años, la discrecionalidad y opacidad en las resoluciones jurisdiccionales, ha sido una batalla de las y los defensores del derecho debido a las múltiples inconsistencias dentro de los fallos de los tribunales. Por ello, suscribo el comentario de Manlio Fabio Casarín en la revista El Mundo del Abogado: “Se deben de reforzar las medidas de protección que el Estado brinda para quienes laboran en el poder judicial”. Con esto, estimada o estimado lector, volvamos a traer la pregunta inicial: ¿ustedes qué harían?
MT