La ruta migratoria más peligrosa del mundo sigue siendo la del Mediterráneo, donde 1773 personas se han ahogado este año. En la frontera de México y Estados Unidos, 381 hombres, mujeres y niños han perdido la vida en 2020
Efrén García García/Cuenta regresiva
Ya está la cena. El bacalao tiene chiles güeros y los romeritos están picositos. El pan está crujiente y salido del horno. Hasta acá huele la guayaba y el tejocote con la canela del ponche. Y hay mantecado.
En la tele pasan un reportaje sobre Gran Canaria. Han llegado 21 mil inmigrantes africanos este año que han atiborrado la isla, a la que ya no llegan turistas a causa de la pandemia.
Según la ONU, existen 272 millones de migrantes en el mundo –48% son mujeres. De estos, se estima que 38 millones son niños: la población total de Canadá.
Este año, al menos 593 personas murieron en ruta a Canarias. En Sudamérica, fallecieron al menos 104 personas, la mayoría venezolanos, comparados con menos de 40 en años anteriores.
La ruta migratoria más peligrosa del mundo sigue siendo la del Mediterráneo, donde 1773 personas se han ahogado este año. En la frontera de México y Estados Unidos, 381 hombres, mujeres y niños han perdido la vida en 2020.
Tocan el timbre. ¿Quién será? ¿A esta hora quién viene a vender algo?
En el videoportero aparece el rostro de un hombre de tez morena. Mira fijamente a la cámara y dice:
“Por favor ayúdenos. A mi esposa se le rompió la fuente y no puede caminar. La gente egoísta e imprudente se desbordó desde día de muertos y halloween y ahora no hay hospital que nos reciba. Todo es COVID. No queremos dinero ni comida. Solamente que nuestro bebé no nazca en la banqueta…”
La cena está lista y ya llaman. Es tarde.
El final de esta columna hoy la escribe usted, amable lector. Las opciones son:
“Aquí no es mesón, sigan adelante” o “Aunque es pobre la morada, se las doy de corazón…”
¡Feliz Navidad!