Los próximos seis años son elementales para la construcción de un futuro incluyente con todas las y los ciudadanos
Fernando Islas
Desde la campaña presidencial del 2018 me he dado a la tarea de recorrer diferentes comunidades del Municipio de Querétaro. Muchas de ellas se encuentran en el olvido, sumergidas en una profunda marginación y siendo el claro ejemplo de cómo los índices de desigualdad se encuentran claramente representados en nuestra entidad, donde solamente aquella zona que es considerada como atractivo turístico es atendido y dignificado, mientras las periferias de la zona metropolitana han llegado a normalizar la indignante precariedad a la que le han orillado administraciones pasadas.
Las encuestas que con bombo y platillo anuncian el desarrollo económico de Querétaro, distan mucho de las realidades que comunidades como San José Buenavista en la Delegación Santa Rosa Jáuregui, en donde parece que el tiempo y los malos gobernantes se han encargado de darle la espalda a la población de esta zona, condenando a la juventud a una necesaria migración, susceptible a ser reclutada por el crimen organizado, quitándoles de las manos cualquier opción de dignificar su vida y la de su familia.
En estos tiempos, en el ocaso de una administración que prometió mucho durante campaña y que cerrará su ciclo con una cantidad innumerable de pendientes, tenemos que replantearnos qué futuro queremos para nuestro estado. Los próximos seis años son elementales para la construcción de un futuro incluyente con todas las y los ciudadanos. Desafortunadamente el panorama que se avecina no es sencillo, pero la gente tiene claro que a la desigualdad no se le debe dar continuidad y que una probable alternancia sería un buen paso para iniciar la reconstrucción de nuestro Querétaro.
¡Vienen fechas de análisis y reflexión, en nosotros está el definir el futuro de Querétaro!