El principal motor del cambio en la vida de las personas, sociedades y países que es la educación, también se ha visto frenada por la pandemia
Carlos Olguín/Columnista
Muchas ocasiones cuando escuchamos, vemos o leemos datos económicos sentimos que no reflejan nuestra realidad, porque se habla de conceptos que ni siquiera tenemos claros como el PIB, la inversión extranjera directa, la generación de empleos, etc. Pero esos datos se transforman en realidades, sobre eso me gustaría hacer algunas reflexiones:
El pronóstico de crecimiento de este año para el mundo es alrededor de 4.5 por ciento negativo, para USA del 2.5 por ciento y para México un promedio de 9 por ciento. Eso se transforma por ejemplo, en que más de un millón de micro y pequeñas empresas no han logrado sobreponerse a la pandemia, a que más de 12 millones de mexicanas y mexicanos se han colocado en situaciones de pobreza que probablemente habían superado, y que solo cada persona sabe lo que ello significa, el nivel de frustración que eso le trae.
Un millón de empleos formales perdidos, ha sido el saldo de este desastre de salud en nuestro país, se han recuperado alrededor de 400 mil, pero también la información del INEGI nos ha permitido percatarnos que más del 80 por ciento de ellos, han sido en condiciones mucho menos favorables que las que existían previas a la pandemia.
El principal motor del cambio en la vida de las personas, sociedades y países que es la educación, también se ha visto frenada por la pandemia y, tal parece que tendremos un ciclo lleno de complicaciones y poco aprendizaje, lo que limita las oportunidades de escalamiento social y crecimiento personal.
Los datos que hoy tenemos nos reflejan que lo que habíamos logrado como país en una década, se derrumbó en unos meses. No tomarnos con la seriedad necesaria la enfermedad del COVID-19 nos ha costado muy caro en términos económicos, pero mucho más, en términos humanos. El no ser empáticos por parte del gobierno, al día de hoy no recomendar ni usar el cubre bocas, es de verdad criminal, pero si el ejemplo no viene de nuestros gobernantes, hagámoslo nosotros, seamos responsables, es mucho mejor esperar a reunirnos con nuestros seres queridos que no poder hacerlo nunca más.
La pandemia le falta mucho para que termine, y debemos tomar precauciones en todos los ámbitos de nuestras vidas. Esas precauciones deben venir de nosotros, de ser conscientes y responsables, de tomar decisiones que tal vez sean difíciles, pero necesarias. En este tiempo de reflexión las y los invito a pensar nuestro presente para definir nuestro futuro.