Hoy todas las portadas de los periódicos, seguramente, traerán aquella foto del momento sublime, el mejor de todos en la carrera del argentino
Iván Torres
“Hay partidos que no salen del barrio, otros que interesan a una ciudad, algunos que inquietan a todo un país y finalmente los que apasionan al mundo”, así escribió el autor argentino y ex futbolista Jorge Valdano en su libro “Futbol: el juego infinito”.
Pues Diego Armando Maradona, los jugó todos. En el barrio de Villa Florito se inicio con su club Cebollitas, se detuvo una ciudad cuando lo vio nacer como futbolista en Argentinos Jrs; inquietó a su país jugando cuatro Copas del Mundo, 1982, 1986, 1990 y 1994.
Y finalmente apasionó al mundo con aquel juego llamado ante Inglaterra “la revancha de las Malvinas” en el Mundial de 1986 cuando hace el gol con la mano y el mejor gol de la historia de los mundiales, cuando dejó tendidos a los ingleses arrancando de media cancha y depositando el balón en las redes, 14 segundos de una jugada que marcó un antes y un después en el futbol universal.
Hoy todas las portadas de los periódicos, seguramente, traerán aquella foto del momento sublime, el mejor de todos en la carrera del argentino, Diego cargando la Copa del Mundo. Siempre se habló de sus debilidades y se hablará de ellas; yo digo que siempre hay que hablar de las virtudes de los que ya no están.
César Luis Menotti dijo de Maradona a quien lo debutó con la selección argentina en 1977 ante Hungría, “lo que es un futbolista cuando jamás cierra su cabeza al aprendizaje, esa era una de sus grandes virtudes, un autocrítico”.
El mismo Menotti define muy bien lo que era aquel fenómeno del futbol, alguna vez contó que llegó al vestidor y reunido con sus jugadores, les pregunta: “¿Cuántas pelotas creen ustedes que hay que darle a Maradona en un partido? No esperó respuesta y él mismo contestó: “Todas”. Yo creo que lo entendió todo el mundo, los que vimos jugar a Diego Armando Maradona en los mundiales, en Italia, España, Argentina, queríamos que el balón pasara de todas todas por Diego.
Tuve la fortuna de estar en aquella final del Mundial de 1986 ante Alemania, verlo jugar era una emoción indescriptible, hoy sólo puedo decir, su muerte nos sorprende tanto porque son personajes que jamás piensas que morirán. Diego fue genio y figura siempre de la mano de Dios.