El pasado miércoles falleció en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el padre Pablo Zurlo, misionero xaveriano que tenía gran parte de su vida radicando en San Juan del Río
Francisco Pájaro Anaya
El pasado miércoles falleció en la ciudad de Guadalajara, Jalisco, el muy estimado padre Pablo Zurlo, misionero xaveriano que tenía gran parte de su vida radicando en San Juan del Río y que era un ejemplo de sacerdote comprometido con su fe y las personas.
Hablar del padre Pablo, es hablar de un misionero en toda la extensión de la palabra, es hablar de alguien que se preocupaba por el desarrollo espiritual de la gente, pero a la vez de su desarrollo intelectual y como personas. Me parece como si fuera la encarnación de aquellos valientes misioneros del siglo XVI que llegaron de Europa a evangelizar los nuevos territorios y, que a pesar de muchas situaciones, lograron que la fe católica fuera comprendida por los habitantes de estas tierras, pero además, los ayudaron a salir adelante con nuevas ideas y técnicas del momento, así era el padre Pablo.
Nació en Italia el 28 de octubre de 1932. Desde temprana edad sintió el llamado al sacerdocio, por lo que ingresó en el escuela xaveriana de Vicenza (Italia). Realizó su primera profesión religiosa, después de un año de noviciado, el 12 de octubre de 1951 y la profesión perpetua en el año de 1954. Fue ordenado sacerdote el día 9 de noviembre de 1958, en la ciudad italiana de Parma.
Habiendo sido designado para España como animador misionero y difusor de las publicaciones xaverianas, se le tenía otro destino, que era México, a donde llegó en 1966 y desde ese momento se quedó a vivir en nuestra patria, sirviendo en las casas xaverianas de San Juan del Río y Guadalajara. En nuestra ciudad desarrolló una gran actividad en la zona oriente de la ciudad, siendo el principal promotor de la construcción de la parroquia de San José Obrero y en algunas otras partes como en el barrio de la Concepción y en la comunidad del Rodeo en donde en los últimos años estaba construyendo el templo en honor de la Divina Misericordia y un centro de atención que se pretende de ayuda a todas las comunidades de la región.
Como sacerdote, siempre se involucró con sus feligreses a los cuales atendió de manera pronta y sincera, nunca se negaba a la celebración de los sacramentos y siempre estaba atento a lo que sucedía en sus comunidades, era un ejemplo a seguir, sobre todo en este momento en que la sociedad necesita de ejemplos vivientes que seguir. San Juan del Río, siempre estará agradecido con la labor del padre Pablo Zurlo y siempre quedará su ejemplo grabado en la memoria de los sanjuanenses.
