La diferencia, está en la implementación de acciones concretas como la economía circular
Sergio Arellano
Coincidirán conmigo en que, la sociedad necesita un nuevo rostro. La esfera legalista, por ejemplo, tiene que evolucionar en la forma de instrumentar el sistema jurídico con ciertos criterios de sensibilización.
Con esto me refiero a que podamos hacer la justicia más accesible y al alcance de las necesidades de la población. Con operadores humanos. El cambio radica en el despacho jurídico que patrocina el asunto y también, en el órgano jurisdiccional que lo resuelve.
Gran parte de las personas afectadas por una cuestión jurídica, manifiesta que el trato que recibió, fue despectivo, insensible y en algunas ocasiones, “cuadrado”. Al proponer esta dinámica del nuevo rostro, se busca el impulso de una ciudadanía consciente. Sea cual sea la profesión. En el gremio de la abogacía, particularmente, observamos el gasto excesivo en honorarios, juicios alargados intencionalmente, lenguaje técnico o un trato muy ordinario ante la problemática de nuestros clientes.
Circunstancias que por vocación, no deberían de ocurrir. Este artículo es una reflexión sobre la forma del deber ser en sociedad. Tomando como punto de partida, la armonización de los objetivos de desarrollo sostenible y los principios generales de derechos humanos, con el contenido de nuestras leyes vigentes. Existe una oportunidad tremenda en proyectos legislativos en aras de ayudar al mayor número de personas en estado de indefensión e incomprensión.
No obstante, insisto en que, la diferencia, está en la implementación de acciones concretas como la economía circular, la inclusión, perspectiva de género, competitividad,
entre otras. No necesitamos ser gobierno para llevar a la práctica estas costumbres. México, es uno de los países peor evaluados en cuanto al respeto del Estado de Derecho; sumando que somos una soberanía prohibitiva.
Esto quiere decir que A+B=C. En otras palabras, tenemos bien delimitados los derechos y las obligaciones. Ha quedado muy claro que la rigidez constitucional representa un atraso, si el objetivo final es que seamos corresponsables. Mejor, busquemos un nuevo rostro ciudadano.